Flotando en la vacía inmensidad del espacio interestelar, los tripulantes de la nave espacial Nostromo se sientan a tomar una comida en grupo. El ambiente es optimista hasta que uno de ellos comienza a sentirse mal y súbitamente emerge de su pecho una criatura alienígena, que le había sido implantada horas antes por otro extraterrestre. La escena, fácilmente reconocible, pertenece a la película Alien, el octavo pasajero (Figura 1) y es una de las más parodiadas en el cine y televisión, lo que demuestra el gran impacto que tuvo en los espectadores. Sin embargo, ¿sabías que escenas similares ocurren todos los días en nuestro querido planeta? Esta es la breve historia de las avispas parasitoides.
¿Qué es un parasitoide?
Los parasitoides son insectos que combinan características de los parásitos y los depredadores. Al igual que los primeros, necesitan nutrirse de otro ser vivo, llamado hospedero, para completar su ciclo de vida. Pero a diferencia de los parásitos comunes, que solo suelen causar daños menores, los parasitoides siempre terminan por matar a su hospedero, como lo haría un depredador.
El ciclo de vida de los parasitoides consta de dos fases. En su etapa adulta la hembra busca insectos que puedan servir como hospedadores para su descendencia. Cuando encuentran alguno, la hembra lo ataca y le deposita un huevo. Al poco tiempo una larva carnívora emerge del huevo y comienza a consumir los tejidos de su víctima. La evolución de estos organismos ha favorecido que mantengan viva a su víctima durante el mayor tiempo posible, por lo que las larvas parasitoides suelen consumir primero aquellos órganos que no son vitales hasta que están listas para pasar a su siguiente etapa de crecimiento. En ese momento, la larva termina de devorar a su hospedador y comienza su metamorfosis en adulto, para comenzar de nuevo su ciclo vital (Figura 2). Suena tal y como una película de terror, ¿no?
Taxonomía y roles de las avispas parasitoides
El 75% de los insectos parasitoides son avispas (50,000 especies). El resto son moscas, escarabajos y algunas pocas especies de otros tipos de insectos. La mayoría de las avispas parasitoides se clasifican en el suborden Apocrita, que también incluye a todos los tipos de hormigas y abejas. Los fanáticos de los insectos saben que estos últimos grupos son muy exitosos y con muchas especies. Lo que es menos conocido es que si sumamos a todas las especies de hormigas y abejas junto con las avispas no parasitoides, no llegan a igualar la gran diversidad de las avispas que sí son parasitoides.
Con tanta riqueza de especies, hay mucho espacio para que surjan variaciones en su comportamiento. Así, hay algunas avispas denominadas ectoparasitoides, que depositan sus huevos sobre la superficie de su víctima, por lo que la consumen de afuera hacia adentro. Por otra parte, las avispas endoparasitoides son más similares a los aliens de las películas, dado que la hembra usa una especie de aguijón especializado, llamado ovopositor, para perforar el cuerpo de su presa y depositar un huevo en su interior. Evidentemente la larva devorará a su hospedador desde dentro, aunque sin matarlo inmediatamente, hasta emerger de su cadáver.
Hay avispas que son especialistas en parasitar huevos, otras parasitan larvas, otras pupas, otras ninfas y unas pocas parasitan insectos adultos. Hay algunas avispas que solo depositan un huevo, y su larva tiene a la presa para ella sola. Mientras que, en otras especies, la madre avispa puede depositar hasta decenas de huevos, y su hospedador albergará simultáneamente a todas esas larvas hambrientas (Figura 3).
Entre toda la diversidad de avispas parasitoides, me gustaría resaltar algunas en particular. Por ejemplo, la familia Ichneumonidae está completamente especializada en el parasitoidismo. Suelen ser de pequeño tamaño, algunas miden menos de un milímetro. Pero en muchas especies, las hembras tienen un ovipositor extremadamente largo, a veces incluso más largo que su propio cuerpo. Este ovipositor les permite alcanzar larvas de insectos que se desarrollan en lugares inaccesibles, como dentro de la madera o en madrigueras subterráneas. Un ejemplo notable es la especie Megarhyssa macrurus (Figura 4), que tiene uno de los ovipositores más largos y es capaz de perforar la corteza de los árboles para depositar sus huevos en las larvas de escarabajos que se desarrollan en la madera. El parasitoidismo está tan extendido en esta familia, que algunas especies son parasitoides ¡de larvas parasitoides! A este fenómeno se le conoce como hiperparasitoidismo.
El caso de las avispas cazadoras de tarántulas
Otro ejemplo son las avispas cazadoras de tarántulas, de la familia Pompilidae. Estas son avispas de gran tamaño y fuerza, y como su nombre lo indica, utilizan estas habilidades para someter tarántulas que servirán como despensa para sus descendientes. Además de poner huevos, usan su ovopositor como medio de inyectar un veneno paralizante en su víctima. El veneno de las avispas cazadoras de tarántulas es potente, y causa un dolor intenso en los humanos que han tenido la mala suerte de sufrir su picadura. A pesar de esto, las avispas son generalmente solitarias y no agresivas hacia los humanos, solo atacan si se sienten amenazadas.
Después de paralizar a la tarántula, la avispa arrastra a su presa, que puede ser mucho más grande que ella, hasta una madriguera o un sitio seguro. Una vez allí, deposita un solo huevo sobre el abdomen del arácnido. Cuando el huevo eclosiona, la larva se alimenta lentamente de la tarántula paralizada, comenzando con las partes no vitales para mantenerla viva el mayor tiempo posible. Después de completar su desarrollo, la larva forma una pupa dentro del cadáver de la tarántula, y emerge como una avispa adulta, aproximadamente 5 semanas después de la eclosión. Las avispas cazadoras de tarántulas son grandes, y algunas especies pueden llegar a medir entre 5 y 7 cm de largo. Tienen un cuerpo de color negro o azul metálico brillante, y sus alas suelen ser de un naranja vibrante o rojo. Esta combinación de colores es una advertencia para los posibles depredadores sobre su naturaleza peligrosa (Figura 5).
Como puedes ver, decenas de miles de especies de parasitoides no son poca cosa. Su gran abundancia y diversidad los convierte en una fuerte presión sobre las poblaciones de otros insectos, por lo que ayudan a mantener el equilibrio natural en los ecosistemas. Además, estas avispas son inofensivas para los seres humanos, ya que no pican a menos que sean manipuladas directamente. Si bien su ovipositor a menudo es confundido con un aguijón, y tiene un aspecto intimidante, debemos recordar que normalmente es utilizado para la puesta de huevos, no para la defensa.
Por otra parte, las avispas parasitoides son muy apreciadas por los seres humanos a causa de otras razones. Y es que los parasitoides suelen ser sumamente específicos al momento de elegir a sus hospedadores, es decir, están especializados para atacar a una sola o unas pocas especies de insectos. Debido a ello, son una excelente opción como una herramienta de control biológico en cultivos, pues los agricultores pueden usarlos como si fuesen un misil guiado que solo ataca a las orugas, pulgones u otra plaga específica. De esa manera se evita el uso de peligrosos insecticidas, que son tóxicos para las personas y acaban con organismos benéficos y dañinos por igual. Un ejemplo famoso de ello es la avispa Cotesia glomerata, que parasitan las orugas de la mariposa blanca de la col (Figura 6).
No cabe duda de que la naturaleza es fascinante y que no es necesario salir del planeta para encontrar criaturas que por su comportamiento puedan parecernos alienígenas. Solo resulta que nosotros somos demasiado grandes (Figura 7) para percatarnos de la vida de los animales más abundantes del planeta: los artrópodos, y por lo general, tampoco nos percatamos de sus pequeños dramas ni de sus minúsculas escenas de terror cotidianas.
Agradecimientos
Agradecimientos a Batimasy, el Paleomike y el Magizoólogo por su tiempo dedicado a revisar y comentar esta entrada, a fin de que sea más amena e interesante al lector.
¿Quieres saber más?
Godfray, H. C. J., (2007), «Parasitoid«, Encyclopedia of Biodiversity, 1-13.
Martínez-Ainsworth, N. (2013), «Avispas parasitoides, intrincadas estrategias de reproducción«, Cienciorama UNAM, 1-13.
UNAM_MX (2014), «Las avispas parasitoides«.
Hallan nuevas especies de avispas parasitoides dentro de fósiles de moscas