¿El Futuro Dubai en El Salvador? Con ustedes: Bitcoin City.
Nunca imaginé que podría recibir una «sacudida de greñas virtual» por una conversación que tuve con una persona que, sin intención, afectó mi orgullo como estudiante de Ciencias (jaja). Me hizo recordar la otra cara de la criptomoneda, una perspectiva más real que comencé a formar durante mi viaje. A pesar de haber estudiado biología, siempre lo pasé por alto durante mi proceso de aprendizaje criptoniano porque me volví adicta a este mundo y, honestamente, me emocionaba mucho el proyecto (¡No me juzguen!). Pero ahora que ya estuve en el sitio donde van a construir Bitcoin City me pegó más duro la realidad y todavía me lo hicieron ver mientras platicaba mi cripto-experiencia en ese país. Me encuentro dividida por dos de mis pasiones.
Pero ¿qué tiene que ver esta historia con mi honor y Bitcoin City? ¡Vámonos por partes! Primero unos flashbacks.
Bitcoin sigue a la alza y seguimos viviendo momentos históricos pues el 10 de marzo de este año la criptomoneda alcanzó un nuevo all time high (punto más alto): 73,781.2 dólares. Hasta ahora se ha mantenido arriba 59,000 dólares por moneda (precio de bitcoin al día 24-06-2024).
Después de pasar varios días comiendo pupusas de todos tipos en el centro de San Salvador, decidimos ir a conocer el volcán Conchagua. De este volcán, Bukele piensa utilizar energía geotérmica para suministrar electricidad a Bitcoin City y minar la criptomoneda. Esta decisión logró incrementar la polémica respecto a la sustentabilidad de la moneda una vez más.
Bitcoin City será una ciudad construída con el fin de atraer turismo, residentes, inversionistas, etc., en donde la criptomoneda será la base de todo. Además el diseño de la ciudad tendrá la forma del logotipo de Bitcoin. Definitivamente es un proyecto ambicioso y muy esperado por muchos para impulsar la economía del país, y esta iniciativa no se ha abandonado ahora que Bukele ha sido reelegido como presidente.
El bosque Conchagua es uno de los sitios más bonitos que he visto. Tiene un volcán que, aun estando inactivo, es una buena opción para los planes de Bukele. Para llegar allí, desde San Salvador tomamos un autobús hasta La Unión, un bello lugar desde el cual podemos ver Nicaragua y Honduras. Nos detuvimos en El Golfo de Fonseca, el cual nos regala unas increíbles vistas; la brisa del mar, la música, el mercado y sus peculiares aromas de la cocina típica salvadoreña hacen de éste lugar un sitio inigualable. Nos hospedamos a unas cuantas calles de la playa en un hotel familiar, pequeño pero con encanto. De éste saldríamos temprano al día siguiente para llegar a «Espíritu de la Montaña», un sitio turístico para acampar en el volcán Conchagua.
Después de poco más de cuarenta minutos en la camioneta guajolotera 4x4, ramas de árboles golpeándonos y casi salir volando de los asientos por el trayecto rocoso, al fin logramos llegar… Bueno, la verdad no tuvimos que hacer gran cosa. Es un trayecto bastante ameno siempre que te tapes la cabeza y te agarres bien de tu asiento. Vale completamente la pena, te encuentras rodeado de árboles frondosos y color verde hacia donde mires. Para mí fue como entrar a Rivendell.
El trayecto hacia el mirador inicia de manera muy especial desde la base del volcán. Allí el chofer se detuvo súbitamente y no entendimos el porqué hasta que el guía nos explicó. En honor a la naturaleza y el espíritu que vive en ella protegiendo el bosque de cualquier amenaza, se debe hacer una oración, seguida de una petición para ingresar a una roca que se encuentra justo en la entrada, a la cual no pude tomarle foto (dadas las circunstancias) pero es muy especial para los pobladores. Una maravillosa forma de iniciar el ascenso. Y si te gusta el senderismo también puedes subir caminando.
En la parte alta del volcán hay un pequeño estacionamiento donde nos bajamos y nos guiaron por un túnel que nos llevó al mirador.
Aún veo el brillante azul del cielo, las montañas de Nicaragua y Honduras frente a mí, nosotros en El Salvador. Las islas Conchagüita, Zacatillo y Martín Pérez. Estaba perdida en ese cielo que acariciaba las montañas y se fundía con el mar, el aire frío sobre mi piel, el verde de los árboles y el sonido de las aves al fondo, no lo puedo olvidar… Sentados sobre el mirador me preguntaba si podría quedarme a vivir ahí. Si no fuera por Bitcoin, dudo haber visitado ese país que ahora está en mi lista de lugares en los que quiero vivir.
Le preguntamos al guía si él sabía donde pensaban construir Bitcoin City y señaló hacia la base del volcán. Algo que llamó mucho mi atención fue lo mucho que respetan al Espíritu de la Montaña. Hay una historia que dice que años atrás mientras construían las estructuras para las antenas celulares que yacen en lo alto de la montaña hubo muchos percances, atrasos, cualquier cosa que te puedas imaginar que pudiera detener la obra. No encontraban explicación hasta que un local habló con el encargado de aquel proyecto y él de inmediato supo lo que tenía que hacer; se debía llevar a cabo una ceremonia para pedir permiso al Espíritu de la Montaña.
Cuenta la leyenda que el Espíritu de la Montaña surgió porque una mujer se fundió con la naturaleza y juró proteger la montaña de cualquiera que buscara modificarla y obtener algún beneficio de ella. Así que durante la ceremonia realizada por un chamán se prometió que a cambio de no explotar los recursos de la montaña el espíritu permitió la construcción de este sitio turístico sin más contratiempos, con el fin de que visitantes pudieran presenciar las maravillas que este sitio tiene por ofrecer. ¿Se imaginan lo maravillosa que debió ser esta experiencia?
Escuchamos las historias sobre la guardiana del bosque y como los locales creen fervientemente en ella, y entonces me llegó a la mente una idea tal vez tonta: ¿Hasta dónde llega la protección exactamente? Porque Bitcoin City va a ser erigida en la base del volcán. Habrá que llevar a cabo otra ceremonia, ¡pero esta vez veo muy difícil que lleguen a un acuerdo!
Las coordenadas exactas del proyecto son desconocidas, al menos para mí, aunque las respuestas de los locales coincidieron en donde se planea construir. Mis conocimientos de ingeniería no llegan muy lejos, pero definitivamente no perderé la oportunidad de seguir toda la información respecto a este proyecto que podría poner a El Salvador como el Dubai de Latinoamérica, con lujosas residencias, apartamentos, impresionantes calles…
Aparentemente los departamentos tendrán un valor desde 1 millón de dólares, equivalente a 25 bitcoins (valor de la criptomoneda cuando se propuso el proyecto). Promete ser una zona exclusiva en la cual los más grandes bitcoiners se mudarán o tendrán inversiones. Otra parte de la propuesta es la creación de «bonos volcán», permitiendo a cualquier persona invertir en el proyecto. Compras un bono y ¡listo! Ya eres un inversionista de Bitcoin City.
Como buenos lectores de La BioZona obviamente después de escuchar esta historia seguro se están preguntando ¿Pero qué onda con el impacto ambiental?
Bitcoin City no es solo una ciudad que atraerá ingresos económicos, también causará muchos daños al ambiente. Tal como lo hemos visto en muchos sitios del mundo con proyectos de esta magnitud, al menos se talarán árboles y la demanda de agua potable incrementará en una zona donde ya es un problema tener acceso a ella. Además, los costos de vida se elevarán aún más debido a que, desde hoy en día ya hay bastantes extranjeros, comprando propiedades y migrando al país, abriendo negocios como restaurantes, cafeterías, hoteles etc; mudándose con sus familias enteras gracias al nuevo turismo criptoniano y la oportunidad para surfear. El Salvador es uno de los países con olas bastante atractivas para este deporte, que tiene incluso una zona conocida como Surf City; y como buena turista, yo misma intenté aprender, pero fracasé terriblemente.
También conocí a varios dueños de alojamientos de Airbnb procedentes de países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Países Bajos y España. «Gentrificación en su máximo esplendor», dijo también aquella persona de la que les comentaba al inicio. A diferencia mía, que después de haber convivido por mucho tiempo con mis amigas salvadoreñas, quienes amaban el gobierno de Bukele, hablaban de los pros y contras de Bitcoin y estaban de acuerdo con los proyectos alrededor de la moneda; este chico originario de Estados Unidos, pero «salvadoreño de corazón», estuvo dos años viviendo en El Salvador entre gente con otro tipo de ideas y tuvo un acceso más amplio a información que enterré en lo más profundo de mi bióloga interna debido a la emoción que me provocan las criptos. Sí, ¡qué vergüenza! ¡El biólogo parecía él! ¡Tache para mí! (La BioZona no me funen…)
Me di cuenta de que olvidé hacer algo muy importante durante mi viaje: preguntar a los pobladores respecto a su opinión en cuanto al impacto ambiental. El salvadoreño de corazón me contó que hizo amistades que están muy, pero muy en contra del uso del bitcoin así como Bitcoin City. ¡Y es un movimiento muy grande! Me puse a investigar y encontré (muy poca información por cierto) que en efecto la gente se está manifestando en las calles en contra de éste proyecto y en sus palabras: «Conchagua es una de las pocas zonas que aún tienen mucha naturaleza en el país». ¡Y tienen toda la razón!
Como les mencioné más arriba; sí pensé en esto estando sobre el volcán, pero no sabía la magnitud que tenían estos movimientos. Por lo que he estado leyendo, ¡en ningún lado mencionan realmente qué es lo que ocurre! Tengo la percepción que el gobierno no ha contemplado el impacto ecológico y los manifestantes no están nada contentos con esto. Incluso, en una de las manifestaciones que iban con todo, ni siquiera pudieron llegar a la residencia presidencial ya que pusieron vallas para impedirles el paso, así como personal de seguridad. Lamentablemente no hay mucha información al respecto.
Rodolfo Calles, uno de los líderes de las manifestaciones declaró, y cito: «Queremos pedirle al gobierno que cuide de manera integral a la naturaleza. Tenemos una crisis ambiental exagerada y por ello necesitamos una política ambiental que garantice la sostenibilidad, la protección de los bienes naturales ante megaproyectos que se están planteando como la Ciudad Bitcoin».
Quiero preguntarles a los demás biólogos bitconianos, como yo, que me leen: ¿también sienten que sus dos pasiones no se llevan bien?
Agradecimientos
Los autores agradecen a Pteryx y a El Paleomike por revisar el borrador de esta entrada y los oportunos comentarios que realizaron para enriquecerla.
A todos mis compañeros de la carrera en especial a Juámas. A mis profesores de Ciencias que aunque ya no ejerzo la carrera quiero que sepan por si un día me leen que sin sus enseñanzas no sería la persona que soy ahora. A Luciferasa por la paciencia y por siempre escuchar mis tonterías. A mi mamá por todas esas conversaciones a distancia, ¡feliz día de las madres! Y a Abi, mi hermanita que decidió darse de regalo un 10 de mayo con su llegada a este mundo, ¡feliz cumpleaños!
¿Quieres saber más?
L. Badea & Mungiu-Pupӑzan, M. C. (2021), "The Economic and Environmental Impact of Bitcoin", EEE Access, 9: 48091-48104.
Rudd, M. A., et al. (2023), "Bitcoin and Its Energy, Environmental, and Social Impacts: An Assessment of Key Research Needs in the Mining Sector", Challenges, 14 (4): 47.
Patel, R. (2024), "Economic freedom or crypto-colonialism? Materialities of Bitcoin adoption in El Salvador", Geoforum, 151: 103980.
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