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Ufff, esta frase esconde tanta información. Estamos acostumbrados a ver las lágrimas como una forma de demostrar las emociones, pero ¿esa es la única función que tienen? Médicamente hablando, no. De hecho, existen tres tipos / funciones de las lágrimas:

* Basales: lubrican, nutren y protegen la córnea, actuando como una barrera líquida que previene que esta se seque o se lastime con cuerpos extraños (mejor conocida como basuritas en el ojo).

* Reflejas: como su nombre lo dice, ocurren como una respuesta ante un estímulo que representa una amenaza para la integridad del ojo, como sustancias irritantes, tacto o basuritas. 

* Lágrimas emocionales: estas son las que más conocemos, estando asociadas a sentimientos.

Independiente de su función, las lágrimas no son solo agüita salada, de hecho, al tener una función protectora, su composición es clave para brindar esta protección (Figura 1); tienen mucinas, las cuales favorecen la adherencia de las lágrimas al ojo, recordemos, que ayuda a mantenerlo hidratado y nutrido y no solo ‘mojan’ al ojo, pero también tienen lípidos, los cuales favorecen que la lágrima no se evapore tan fácilmente, o siempre tendríamos los ojos secos. 

Figura 1. Composición de las lágrimas, tomada de Kantor, A. (2010).

Las lágrimas se producen en las glándulas lagrimales (Figura 2) y se distribuyen en el todo el ojo al parpadear, para después ser drenadas por el conducto lagrimal el cual llega hasta la nariz, por eso cuando lloramos, también nuestros mocos se vuelven más líquidos. 

Figura 2. Distribución anatómica del aparato lagrimal.

Existen diversas enfermedades que modifican la producción de las lágrimas y que dan como consecuencia ojos secos, pero hay una en específico que pareciera que estamos causando sin realmente estar conscientes del daño que nos hacemos: el ojo seco por exposición a aparatos electrónicos y pantallas.

Llamado síndrome visual computacional, incluye diversos síntomas como sensación de basurita en los ojos (ojo seco), visión borrosa, dolor de cabeza e inclusive dolor de cuello, hombros y espalda. Pero, ¿por qué sucede?

Una respuesta es porque las pantallas emiten calor, y este calor tiene la capacidad de, a mayor exposición y cercanía a la cara, favorecer la evaporación de las lágrimas. Sin embargo, no es el único motivo, también pasa que ¡olvidamos parpadear! 

Como especie, no estamos acostumbrados a tener la mirada fija en un solo punto y mucho menos, a no parpadear, pues es un mecanismo natural de defensa y de mantenimiento del ojo. Este síndrome ha sido cada vez más observado en jóvenes, los cuales pasan de la computadora, a la tableta, al teléfono, a la televisión y, por lo tanto, están constantemente expuestos al calor emitido por las pantallas. Y no hay muchas formas de prevenirlo, ¿o sí?

Más allá de recomendar el uso de anteojos para pantallas, los cuales no se ha demostrado que tengan un beneficio científico, las recomendaciones van enfocadas a realizar ciertas acciones como: 

1) Descansar de las pantallas o tener intervalos de exposición.

2) Evitar observar fijamente sin parpadear.

3) Manter una distancia mínima de 30 cm entre las pantallas y la cara.

4) Si tienes que escoger, da preferencia a una computadora que a una tableta o a un teléfono, pues emiten calor de forma diferente y menos nociva.

5) Evitar tallarse los ojos constantemente o con mucha fuerza.

Finalmente, aunque actualmente la vida pareciera pasar a través de las pantallas, es importante que cuidemos cómo nos exponemos a ellas, pues solo tenemos dos ojos. 

¿Quieres saber más?

Kantor, A. (2010), “Actualización clínica en OJO seco para el médico no oftalmólogoclinical. Update on dry eye disease for non ophthalmologist physicians“, Revista Médica Clínica Las Condes, 21 (6): 883-890.

Loebis, R., et al. (2021), “Correlation between the exposure time to mobile devices and the prevalence of evaporative dry eyes as one of the symptoms of computer vision syndrome among Senior High School students in East Java, Indonesia“, Journal of Basic and Clinical Physiology and Pharmacology.

BeyDoun, H., et al. (2022), “Debunking Medical Myths: Do Blue Light Glasses Protect Your Eyes?“, Patient Education Projects, 306.

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