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¿Te has puesto a pensar cómo han sido las formas de vida en otros tiempos? La respuesta nos la da la paleontología, ciencia dedicada al estudio de los organismos pasados. ¿Cómo opera y trabaja esta ciencia? Revisemos de forma breve el trabajo de un paleontólogo y las interrogantes a las que suele estar auto-sometido. Si estás listo, entonces ven, sube conmigo al barco del conocimiento y naveguemos hacia aguas misteriosas, claro que habrá tropiezos, pero esquivemos las rocas de la incertidumbre y encontremos la isla del tesoro, te aseguro que no te arrepentirás.

La paleontología como ciencia y arte, se encarga de darle sentido a las historias de los organismos que vivieron en el pasado de nuestro planeta. Para hacerlo, los paleontólogos —entes atrapados entre dos tiempos—recurren a la información del presente, a fin de hacer comparaciones con el pasado y así, darle el sentido biológico que alguna vez tuvieron los fósiles.

Fósil, del vocablo latino fossilis (que significa excavado) es una palabra asociada a trabajo en tierra, salir a campo con martillo, cincel, gorro y cantimplora, y buscar las rocas más lindas del cerro. Bajo los rayos del sol, los vientos traviesos y los numerosos caprichos meteorológicos, los paleontólogos desentierran millones de años de historia atrapados en lutitas, areniscas y rocas con mineralogías varias (base calcio o base sílice). ¿El tesoro a encontrar? Fácil: cadáveres, cuerpos, hojas, tallos, desechos, huellas, marcas, siluetas, rastros. Diferenciarlos de la roca madre es desde siempre complicado, se necesita de un ojo experto y lo suficientemente sano como para percibir que una impresión carbonosa vegetal tiene cierta simetría y patrones similares a las hojas actuales. Sin embargo, si caemos en las trampas de la percepción, podemos confundir a los falsos fósiles como auténticos, tal es el caso de las dendritas (curiosas cristalizaciones simétricas, Figura 1). 

Figura 1. Las dendritas, por su forma semejante a hojas, han desconcertado a más de un aficionado a la geología de campo, cuando en realidad se tratan de cristales fractaliformes. Riolita dendrítica, Klondyke, Arizona. Tomada por Stan Celestian.

Pensando en un día con suerte, encontraremos nuestro primer fósil con facilidad, ante el asombro de nuestras mentes reconoceremos en la roca una forma demasiado simétrica como para ser solo una simple roca. Y si lo levantamos, nos daremos cuenta que al tacto, tiene una textura ligeramente diferente de la roca alrededor. En automático la recorreremos con nuestros ojos de pies (o patas) a cabeza, en búsqueda de algún indicio interesante.

Por caprichos de la naturaleza, se suelen presentar diferentes tipos de fosilización: algunos parecen tener una textura nacarada o metálica, mientras que otros presentan marcas de compresión al haber estado sometidos al aplastante peso de las rocas y las eras sobre de ellos (Figura 2). Y es que de hecho la fosilización en sí es un hecho casi fortuito de la naturaleza. Para que un ser vivo logre integrarse a las páginas de la historia terrestre, aparte de morir, debe contar con ciertas condiciones ambientales y pasar por ciertos procesos geológicos, casi que “solo se enterró y ya”.

Figura 2. Trilobites australianos con beekita, un tipo de calcedonia (mineral de sílice) que asemeja a ondas o “roles de canela” sobre la superficie del organismo. Tomada de Öpik (1967).

En algunos otros casos, y si la fortuna te sonríe, los días de colecta pueden ser provechosos y en una jornada se pueden recolectar más de mil ejemplares. Aunque claro, no significa que todos sean ejemplares aislados o fáciles de colectar. Muchas veces (mejor dicho, casi siempre) vienen acompañados de otros “nómadas temporales” en aglomerados conocidos como coquinas (i.e. rocas semejantes a barras energéticas pero con fósiles en lugar de maní, Figura 3) o bien, las rocas del suelo de plazas, baños y el metro de la ciudad. En el mejor de los casos, te encuentras con rocas masivas mayores a 1 tonelada.

Aquí te preguntarás, ¿Cómo témpanos te llevas tu ejemplar, si lo único que te hace falta para tu tesis o reporte de paleontología, es una vil muestra de roca? Pues simple, tienes que ponerte manos a la obra, tomar martillo y cincel, y desquitar tu estrés con la roca hasta obtener la muestra deseada. Pienso que la paleontología es un buen ejercicio físico y mental, practicarla correctamente es sumamente gratificante, pero errar también está permitido, sobre todo a la hora de las interpretaciones artísticas.

Figura 3. Piensa en las coquinas como ese trabajo de equipo que cada quien hace en su casa, y que deciden juntar antes de la presentación en clase: no muchas cosas tienen sentido o están completas, pero el hilo conductor es el mismo. Tomada por Mark A. Wilson, departamento de Geología del College of Wooster.

Revisemos ahora el contenido fósil. Rápidamente, descubriremos que lo más abundante no son los saurios terribles de Owen, ni los peludos proboscídeos del Pleistoceno (mamuts y parientes). Ni siquiera conocemos con claridad cuál fue el primer organismo terrestre, pulmonado, o siquiera el primer vertebrado de la historia. Al contrario, son los vegetales y los otros grupos de organismos quienes hacen su avasallante aparición sobre el registro paleontológico y quienes dominan por mucho el registro fósil. 

De momento dejemos de lado a los verdes y vayámonos con los gusanos. No lo digo de forma despectiva, más bien es irrespetuoso creer que nosotros los vertebrados somos mayoría en el reino Animal. Tristemente para nuestros frágiles egos de calcio, la vasta mayoría de seres animales no cuentan siquiera con una forma definida, y quienes sí la tienen, a duras penas presentan simetría. Para colmo la simetría bilateral (que compartimos tu, yo, y muchos seres vivos) no ha sido la favorita de la evolución, aunque sí la más recurrente. Algunos seres valientes tomaron la simetría como una poderosa aliada, lo que hasta el día de hoy les ha permitido sobrevivir a numerosos problemas impuestos por el ambiente. Ahora, para fines del texto, manejemos a la simetría como radial, presente en corales y equinodermos (por mencionar algunos ejemplos), y simetría bilateral, característica de muchos seres, incluyéndonos obviamente, aunque también a grupos como nemátodos, planarias, y artrópodos (Figura 4).

Figura 4. Si le dijéramos a un grupo de 100 personas que agruparan fotografías de animales de acuerdo a su forma, apuesto a que al menos la mitad, primero agruparán de acuerdo a su simetría; aquellos con dos lados (bilaterales) y aquellos que parecen seguir radios concéntricos (radiales). Tomado de Con-CIENCIA.

Bueno, eso podríamos llevarlo a clasificaciones que incluyan organismos fósiles, el objetivo de nuestras hipotéticas investigaciones, pero como recordaremos, la naturaleza es caprichosa, y si algo es “la ciencia de las excepciones”, esa es la Biología. Te presento a Dickinsonia costata, pequeño fósil de no más de 15 centímetros de largo del Ediacárico de Australia, hace 550 millones de años aproximadamente (Figura 5). Vaya que es viejo y extraño este coso, ya que hasta el día de hoy, los investigadores no se ponen de acuerdo ni en la clasificación ni en la apariencia que tuvo en vida este animal. Lo único seguro es, de hecho, que se trata de un animal, y lo constatan los colesteroides, (moléculas derivadas del colesterol) que conforman hasta el 93% de trazas moleculares colectadas de los ejemplares. En el cotidiano, tu médico de cabecera te recomendará mantener tus niveles de colesterol bajos, a fin de evitar enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, para los paleontólogos, su presencia indica membranas lipídicas características de animales, ya que plantas, bacterias y algunos hongos prefieren formar sus células con otras biomoléculas.

Hablar de paleontología, animales, e invertebrados da para mucho más, pero de momento y a efectos de mantener el suspenso, dejaremos el texto hasta aquí. Si te interesa saber más sobre lo que hablé en este texto, revisa la sección ¿Quieres saber más?, dejaré algunos libros y recursos que creo pertinentes para entender lo relatado aquí.

Figura 5. Bellísimo ejemplar de Dickinsonia costata, colectado en el sur de Australia. Alguna vez una profesora de mi posgrado dijo “las claves de la vida no se encuentran en las generalidades, sino más bien en las excepciones”. Y que mejor ejemplo de eso con un animal cuya forma no cumple del todo con nuestro conocimiento en animales.

¿Quieres saber más?

Molecular fossils confirm Dickinsonia as one of Earth’s earliest animals

Baguña, J., et al. (2002), “Origen y evolución de los ejes corporales y la simetría bilateral en animales“, en Evolución: la base de la biología., Proyecto Sur de Ediciones, pp. 535-548.

Bobrovskiy, I., et al. (2018), “Ancient steroids establish the Ediacaran fossil Dickinsonia as one of the earliest animals“, Science, 361 (6408):1246-1249.

Bobrovskiy, I., et al. (2020), “Food sources for the Ediacara biota communities“, Nat Commun, 11: 1261.

Earwin, D. & Valentine, J. (2017), “The Cambrian Explosion: The Construction of Animal Biodiversity”, W.H. Freeman & Co. Edit., p. 406. ISBN-10 1936221039

Easton, W. H. (1960), “Invertebrate Paleontology“, Harper & Brothers, Publishers, Nueva York, p. 701. 

Fernández del Álamo, M.A. & Rivas, G. Edits. (2007), “Niveles de Organización en animales“, Las prensas de ciencias, 1a Ed.: p. 413 p.

Martínez-Chacón, M.L. & Rivas, P. Edits. (2009), “Paleontología de Invertebrados“, Universidad de Oviedo, p. 524. 

Öpik, A.A. (1967), “The Mindyallan Fauna of north-western Queensland“, Bureau of Mineral Resources, Geology and Geophysics, Bulletin, 74 (1):1-404.

PBS Eons (2020), “How we identified one of Earth’s earliest animals“.

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