Hoy les voy a contar una historia de terror en la que participan los árboles, un pequeño arbusto, las aves y la ciudad. Al igual que muchos otros, este cuento de horror es consecuencia del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, así como la elección de especies exóticas, tanto en zonas rurales como en las grandes ciudades, e inclusive en los bosques y zonas perturbadas.
En esta breve historia entra el término «parásito» que, en el caso de organismos vegetales, se refiere a: especies que dependen completamente de otras para poder sobrevivir, al obtener nutrientes, sales y agua de sus hospederos. A su vez, también existen las especies «hemiparásitas» o «semiparásitas» que, a diferencia de sus colegas parásitas, dependen parcialmente de sus hospederos.
En este hermoso y gran planeta existen cerca de 250,000 plantas con flor. Éstas tienen diversas formas de sobrevivir a las condiciones en las que crecen, desde los casos más raros y extremos como aquellas llamadas «carnívoras», las cuales en parte son heterótrofas, hasta las plantitas de las banquetas, bosques y selvas que viven y se desarrollan aprovechando la luz del sol, siendo autótrofas. En esta gran diversidad de angiospermas existen las tenebrosas, pero a su vez hermosas «plantas parásitas», las cuales, como su nombre lo indica, viven a costa de otros organismos.
Y no es que la planta sea horrible o tenebrosa, simplemente se ha adaptado a las condiciones ambientales que le tocaron. Las plantas parásitas han desarrollado estructuras para poder absorber los elementos necesarios para sobrevivir, aunque sea dañando a otro organismo. Éstas tienen una serie de innovadores órganos para poder lograr su cometido, desde raíces modificadas para poder penetrar las cortezas de los árboles hasta el desarrollo de frutos atractivos para atraer comensales.
Sin embargo, la parte de terror se presenta en la ciudad. Al no tener un control sobre este tipo de vegetación y aunado a la pobre diversidad de vegetación presente, el muérdago se ha establecido en casi la mitad del arbolado de la Ciudad de México, siendo un problema grave para los árboles y arbustos que habitan a nuestro alrededor. Existen varios factores por los cuales este evento se ha incrementado y se espera siga en aumento. Dos de los más grandes problemas son:
Pobre diversidad de especies arbóreas
La Ciudad de México está dominada en su gran mayoría, citando a un gran amigo, Francisco Arjona (@arbolescdmx), por fresnos, eucaliptos, jacarandas y pirules, siendo el fresno la única especie que se distribuye de manera natural en estas latitudes.
Para que el muérdago se establezca en el hospedero es necesaria la dispersión de sus semillas. Ello lo consigue a través de sus frutos de color rojizo o anaranjando, los cuales son atractivos para una gran diversidad de aves. Al no existir en la ciudad otro tipo de árboles frutales, como algunos miembros de la familia Moraceae, no hay otro alimento que pueda competir con los frutos de los muérdagos. Si no se aumenta la diversidad arbórea en la ciudad, principalmente de organismos con frutos atractivos para las aves, el muérdago seguirá presente.
Condiciones de la ciudad
La ciudad se caracteriza por ser una de las urbes más grandes del planeta y, derivado de esto, también es una de las que más rápidamente pierde diversidad y especies a causa de su desplazamiento o por la desaparición de sus hábitats. Las ciudades suelen cambiar por completo el paisaje, convirtiéndolo en un ecosistema ríspido y estéril, con suelos compactados, poca disponibilidad de agua, nula infiltración de agua pluvial, suelos pobres en nutrientes, contaminación del aire y el agua, islas de calor y poca diversidad de microorganismos benéficos. Lo anterior convierte a la ciudad en una escena de terror para todas las especies que cohabitan con los humanos. Este panorama vulnera a todo el arbolado de la ciudad, ya que contraen más enfermedades, los atacan más plagas, crecen enfermos o no se desarrollan completamente.
¿Qué podemos hacer para contrarrestar este escenario de película de terror?
La ciudad es el ecosistema donde vivimos y por ello debemos procurar que sea un ambiente sano para quienes lo habitamos. Una de las acciones que podemos llevar a cabo es plantar una mayor diversidad de árboles en la ciudad priorizando a las especies nativas (las que se encuentran adaptadas a las condiciones cercanas a la ciudad). Además, informarnos sobre las especies que nos rodean y cómo podemos protegerlas y conservarlas; cuidar el suelo, el cual también es parte del sitio donde vivimos y donde viven muchas especies más; no retirar la hojarasca es de vital importancia para evitar la erosión e incrementar la cantidad de materia orgánica en los suelos urbanos. Pero estas son solo unas cuantas recomendaciones importantes de lo que podemos hacer para contrarrestar un poco un final de terror.
Para más información consulta el perfil de @arbolescdmx que puedes encontrar en la red social X e Instagram, allí se comparte información importante sobre los árboles de la Ciudad de México.
Agradecimientos
Agradecimientos a Izzy y Alfonso ST por su tiempo dedicado a revisar y comentar esta entrada, a fin de que sea más amena e interesante al lector.
¿Quieres saber más?
Arriola-Padilla, V. J., et al. (2013), «Los muérdagos verdaderos del arbolado de la Ciudad de México«, Revista mexicana de ciencias forestales, 4 (19): 34-45.
Gómez–Sánchez, M., et al. (2011), «Anatomía de especies mexicanas de los géneros Phoradendron y Psittacanthus, endémicos del Nuevo Mundo«, Revista mexicana de biodiversidad, 82 (4): 1203-1218.
Rompe el romance con el muérdago y salva la vida de los árboles de la ciudad