¿Alguna vez te has preguntado cómo funciona tu cerebro?
¿Dónde se guardan tus recuerdos de la infancia? ¿De dónde salió tu miedo por algún bicho? ¿Por qué el alcohol o las drogas causan ciertos efectos? O incluso, ¿podemos manipular la mente?
Estas son preguntas que han llamado la atención de muchas personas a lo largo de la historia, quienes se las han ingeniado para (intentar) darles respuesta. Esta no ha sido una tarea sencilla, ya que muchas veces uno no sabe ni dónde buscar. De hecho, antes ni siquiera se pensaba que el cerebro pudiera tener algo que ver con todas estas interrogantes.
Si nos ponemos a pensar ¿de qué me sirve tener un cerebro (o mejor dicho, un sistema nervioso)? Llegaríamos a la idea de que este sistema nos sirve para percibir el medio (a través de los sentidos), recolectar y procesar información sobre este, para así poder generar una respuesta. Sin embargo, ni el sistema nervioso ni los animales son los únicos que pueden hacer esto. De hecho, esta capacidad es algo que tienen todos los seres vivos: deben percibir el medio en el que se encuentran para poder responder y adaptarse a éste. Desde la bacteria que puede detectar algún nutriente en el medio, la planta que percibe la luz del ambiente o el animal que busca su presa.
Pero entonces, ¿qué tiene de especial el sistema nervioso? La respuesta a esto es la eficiencia con que trabaja, la cual ha sido favorecida a lo largo de la evolución, ya que confirió una gran ventaja a los animales que lo desarrollaron. Uno de los ejemplos más sobresalientes es el ser humano, ya que el nivel de desarrollo (para bien o para mal) que ha alcanzado la humanidad se lo debemos, en gran medida, a la capacidad de nuestro sistema nervioso. Sin embargo, a pesar de las grandes diferencias que puede haber entre el sistema nervioso de un humano y el de una mosca (o cualquier otro animal), encontramos que todos comparten tres características elementales:
Gracias a estas características en común es que se han podido hacer grandes avances utilizando algunos modelos animales, que han permitido estudiar el sistema nervioso desde varios enfoques: viendo cómo funciona una sola neurona, cómo se comunica una red de neuronas, toda una región del cerebro, y hasta cómo se desarrolla una conducta compleja. Esta variedad de enfoques ha permitido el desarrollo de una rama multidisciplinaria de la ciencia conocida como neurociencia.
Así que la próxima vez que te cruces con un perro, una abeja o un elefante, piensa que estás compartiendo con ellos algo tan esencial como el funcionamiento de tu cerebro.
¿Quieres saber más?
Bear, M. F., et al. (2016), "Neuroscience: Exploring the brain", 4a ed., pp. 975.
Kandel, E., et al. (2013), "Principles of neural science", McGraw-Hill, 5ª ed., pp. 1441-1460.
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