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Podríamos pensar que los caracoles terrestres son animales inofensivos, situación que es cierta hasta que sabemos de la existencia de Achatina fulica, un organismo que puede llegar a medir alrededor de 30 cm de largo y 8 cm de altura y que puede ser potencial transmisor de Schistosoma mansoni, Trichuris spp., Hymenopelis spp., todos estos parásitos se pueden contraer por consumir vegetales, frutas, legumbres sin el lavado debido o por alimentarse de la carne cruda del caracol, incluso al tener contacto con la baba (Figura 1).

Figura 2. Representación gráfica del ciclo de vida de Angiostrongylus cantonensis. Imagen tomada de Araya, R. A., et al. (2015).

El caracol gigante africano pertenece a la clase Gastrópoda del phylum Mollusca, en particular a una familia de caracoles terrestres llamada Achatinidae donde se clasifican a muchos otros caracoles de gran tamaño y conchas variadas. Este caracol es originario del este del continente africano por lo que en otros lados del mundo se le considera una de las 100 especies invasoras que se convierten en una de las plagas más perjudiciales en términos agrícolas, económicos, médicos y ambientales.

Achatina fulica (nombre científico del caracol gigante africano), fue introducida al continente americano a finales de la Segunda Guerra Mundial cuando fue transportada a Hawai, posteriormente ocurrieron registros en California y después en Florida durante los años 70s. En el sur del continente se encuentra presente en varios países como Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador, Colombia y Cuba. Se acopla bastante bien a los climas húmedos con temperaturas entre los 19 a 26°C. Básicamente se encuentra en la franja tropical y subtropical, pero tolera bastante bien condiciones adversas.

Se pueden reconocer dos porciones, la parte blanda que es la parte del cuerpo donde se regulan todas las funciones del organismo y la concha que es la porción dura que le otorga protección tanto del medio ambiente como de los depredadores (Figura 2).

Caracol gigante africano, achatina fulica, 5 meses de edad, aislado de  iones blancos | Foto Premium
 Figura 2. Achatina fulica de cinco meses de edad. Imagen tomada de Imágenes Google.

El caracol gigante africano presenta muy buena resistencia a cambios en las variables ambientales, tienen una dieta polífaga, es decir, que come mucho y de todo, registrándose cerca de 500 tipos de alimentos entre plantas, líquenes, algas, incluso carroña o rocas calizas para poder obtener el calcio necesario para la formación de su concha. Se sabe que es un potencial destructor de plantaciones de plátano, papaya, café, cítricos, así como de granos almacenados, puede comer maíz, soja y numerosas plantaciones hortícolas.

Tiene un potencial reproductivo alto ya que son hermafroditas simultáneos, es decir, que producen tanto óvulos como espermatozoides. En poblaciones reducidas puede llegar a suceder la auto fertilización y con su capacidad de almacenar esperma hasta dos años, en una sola cópula se pueden tener varias puestas durante periodos largos y es muy eficiente en su dispersión y bastante fácil sobre todo cuando no tiene depredadores locales. Su edad reproductiva comienza a los 5 o 6 meses después de su eclosión y se han contabilizado de 100 a 200 huevos en la primera puesta llegando a más de 1000 huevos después de un par de años de vida y alcanzan a vivir cerca de 5 años en promedio. 

Todas estas características le confieren la capacidad de desplazar especies nativas por ambientes novedosos, provocando desastres en la biodiversidad, pero también en términos económicos y causando daños a los ecosistemas.

Los ambientes locales se ven comprometidos por la dispersión de estos organismos, logrando disminuir la producción de cosechas y de animales domésticos, en las pesquerías, además del costo que representan los programas de vigilancia fitosanitaria (Figura 3). 

Alerta de plagas
Figura 3. Caracol gigante africano. Imagen tomada de Google imágenes.

A todo esto, el malvado no es el caracol gigante africano, ellos han sido transportados de otros lugares (ya sea de manera accidental o de manera intencionada) y se han logrado establecer en lugares donde no tienen depredadores naturales, en donde existen ambientes que les han favorecido para su reproducción y dispersión masiva.

Por todo lo anterior, es importante saber cómo manejar esta problemática atendiendo a las recomendaciones para su manejo. Una de ellas consiste en el control de sus poblaciones a partir de medidas físicas recolectándolos manualmente siempre utilizando guantes impermeables o evitando el contacto físico con la baba y destruyendo también sus puestas. Se recomienda que sean colocados en bolsas plásticas con sal y después incinerarlos para su total destrucción ya que una vez que aparece en algún lugar, es sumamente compleja su total eliminación. Otra opción consiste en colocar trampas para atraparlos y ejercer un método eficiente de eliminación

¿Quieres saber más?

Araya, R. A., et al. (2015). “Angiostrongylus abdonimal“, Revista Médica de Costa Rica y Centroamerica, 617: 711-718.

González-Aguilera, J. C. & Arias-Ortiz, A. (2019), “El caracol gigante africano (Achatina fulica) y sus efectos en la salud humana“, Multimed, 23(4): 840-853.

Lugones, B. M. & Ramírez, B. M. (2016). “Daños a la agricultura, el medio ambiente y la salud ocasionados por el caracol gigante africano“, Rev Cubana Hig Epidemio, 54 (2): 53-61.

Ramos-Robledo A., et al. (2020), “Meningoencefalitis eosinofílica por Angiostrongylus cantonensis“, Archivos de Neurociencias (Mex) INNN, 25 (2): 45-56.

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