Infecciones vaginales: Candidiasis vs. Tricomoniasis

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Tuve mi primera infección vaginal a los 19 años. Recuerdo el ardor e incomodidad al orinar, el mal olor y lo muy incómoda que me sentía cuando me sentaba. Mi mamá, como era de esperarse, me llevó con el ginecólogo quien me hizo muchas preguntas, pero la que continuó mucho tiempo en mi cabeza fue: “¿has estado tomando algún antibiótico recientemente?”. Mi respuesta fue “Sí”, yo había estado tomando antibióticos por tres semanas debido a una infección estomacal. En ese momento pensé ¿qué tiene que ver tomar antibióticos con mi infección vaginal?, ¿acaso no sería bueno seguir tomando antibióticos para ayudarme con el tratamiento? Después de haber dedicado mis estudios al área de la salud comprendí porque esta pregunta era importante para los antecedentes del médico, y la respuesta más simple es que los antibióticos de amplio espectro eliminan una amplia cantidad de bacterias, entre ellas, a las bacterias que normalmente encontramos en la vagina, lo que produce una proliferación excesiva de levaduras y puede desencadenar en una infección vaginal. 

Las infecciones vaginales se originan a partir de microorganismos como bacterias, protistas y hongos. Estas infecciones afectan a mujeres de todas las edades, y no importa si son o no sexualmente activas. La mayoría de las mujeres han tenido una infección vaginal al menos una vez en la vida. Esta es la principal razón para visitar al ginecólogo y al médico de atención primaria. Existen dos infecciones vaginales comunes, la candidiasis y la tricomoniasis, que afectan a las mujeres en todo el mundo. Ambas son infecciones muy parecidas, pero presentan algunas diferencias que te ayudaría a diferenciarlas.

La candidiasis, la segunda infección vaginal más común después de la vaginosis bacteriana, es una infección fúngica causada por una levadura llamada Candida. Algunas especies de Candida viven en las mucosas del cuerpo humano de forma inocua, sin embargo, los cambios en la microbiota pueden causar infecciones por esta levadura, cuya especie más común es Candida albicans (C. albicans). Por otro lado, la tricomoniasis es causada por el protozoo parásito Trichomonas vaginalis (T. vaginalis) que infecta el tracto urogenital de mujeres y hombres en todo el mundo. La tricomoniasis es la infección de transmisión sexual con mayor incidencia anual, superando los 170 millones de casos por año. Y es prevenible con el uso de preservativos. 

Células de Candida albicans analizadas mediante microscopía electrónica de barrido. (A) Las levaduras de C. albicans están en proceso de gemación. (B) Micelio de C. albicans.

Los signos y síntomas asociados con la candidiasis y la tricomoniasis son inespecíficos, en la mayoría de los casos, e incluyen ardor intenso, comezón, enrojecimiento e inflamación en la zona perineal, disuria (dolor, malestar o ardor al orinar), tenesmo vesical (sensación de querer orinar más aún, cuando se acaba de orinar y que no sale nada) y dispareunia (dolor en el área genital durante o después de las relaciones sexuales). 

Las diferencias entre los síntomas de la candidiasis y la tricomoniasis son muy sutiles. La candidiasis se caracteriza por flujo vaginal blanquecino-amarillento, de consistencia acuosa o grumosa, un poco como la leche cuajada o el requesón. Por el contrario, las infecciones por T. vaginalis causan una secreción amarillenta o verdosa, a veces espumosa, con olor a pescado o a trapo mojado. En algunos pacientes se puede llegar a observar el cuello uterino en “fresa” que se caracteriza por lesiones hemorrágicas punteadas, el cual es diagnosticado a través de una colposcopía. Estos síntomas clásicos solo se observan en el 20% de las mujeres y, a menudo, el tratamiento contra estas infecciones es para infecciones por hongos o vaginosis bacteriana.

Micrografía electrónica de barrido de Trichomonas vaginalis.

Aunque ambas infecciones tienen síntomas similares, la etiología es diferente. C. albicans puede causar una infección si las condiciones dentro de la vagina cambian para estimular su crecimiento. Las mujeres con mayor probabilidad de contraer candidiasis vaginal incluyen mujeres con cambios hormonales bruscos (embarazo o menopausia, por ejemplo, pero también en las etapas iniciales de la pubertad), cambios en la respuesta inmune (quimioterapia, enfermedades autoinmunes, consumo de esteroides), cambios en el microbioma (infecciones recientes, uso de antibióticos, diabetes) e inclusive por el uso de ropa apretada o sintética, lo cual aumenta la humedad (esto también favorece a la proliferación de candida). Por otro lado, la tricomoniasis es una infección de transmisión sexual. El parásito se transmite entre las personas durante el contacto genital, incluido el sexo vaginal, oral o anal. La infección puede transmitirse entre relaciones homosexuales o heterosexuales. La mayoría de los hombres que han tenido contacto sexual con una mujer con T. vaginalis estarán completamente asintomáticos o sólo tendrán un leve dolor al orinar.

Ambas enfermedades son tratables. C. albicans se trata con antifúngicos (azoles orales, como fluconazol o itraconazol). Por su parte, el tratamiento para la tricomoniasis son antiparasitarios, ya sea metronidazol, tinidazol o secnidazol. Para evitar una nueva infección, todas las parejas sexuales deben recibir el mismo tratamiento al mismo tiempo. También se puede reducir el riesgo de infección usando correctamente el condón en cada encuentro sexual.

Es importante saber que tanto la candidiasis como la tricomoniasis son tipos comunes de infecciones vaginales, sin embargo, su correcto diagnóstico permite tratar la infección correctamente. Es recomendable que reconozcas las diferencias entre ambas infecciones, sus signos y síntomas, y por supuesto, que acudas con tu ginecólogo o profesional de la salud.

¿Quieres saber más?

Vaginal Candidiasis.

Trichomoniasis.  

Regidor, P. A., et al. (2023), “Miconazole for the treatment of vulvovaginal candidiasis. In vitro, in vivo and clinical results. Review of the literature“, J Obstet Gynaecol, 43 (1): 2195001.

Cenkowski, M., et al. (2022), “Vaginal trichomoniasis“, CMAJ, 194 (6): E217. 

Benedict, K., et al. (2019), “Estimation of Direct Healthcare Costs of Fungal Diseases in the United States“, Clin Infect Dis., 68 (11): 1791-1797.

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