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El reino animal, conocido por los zoólogos como Metazoa, se subdivide en grupos grandes llamados phyla (phylum en singular). Según la clasificación vigente hay unos 52 phyla: Chordata (nuestro grupo), Echinodermata (estrellas, erizos, lirios, pepinos de mar), Mollusca (pulpos, caracoles, almejas), Arthropoda (insectos, arácnidos, crustáceos), Cnidaria (medusas, corales), Porifera (esponjas), y un sinfín de otros gusanos que no tiene caso mencionar ahora. 

Lo que sí me parece relevante destacar, es que a pesar de que los vertebrados solo son un subgrupo muy pequeño de los Chordata, y que Chordata solo es uno dentro de más de 50 phyla, es muy común que la gente diferencie a los animales en “vertebrados e invertebrados”. Esta es una distinción arbitraria que debemos abandonar, si realmente queremos entender el reino animal.

Como ves, cada phylum es muy diferente a los demás, e incluso dentro de cada uno de ellos la diversidad es apabullante. Piensa, por ejemplo, en la diferencia entre una mosca y un cangrejo, ambos miembros de Arthropoda. Me gusta pensar en los phyla, como la respuesta de la Vida a la pregunta ¿cuál es la forma más eficiente que tengo para ser un animal, dadas estas condiciones ambientales y mi herencia genética? La Vida parece haber encontrado ~50 soluciones a esta interrogante.

Filogenia animal con Bob Esponja. ¿Puedes nombrar el phylum de cada personaje? Crédito: Aslhy Pastor

Planes corporales: Baupläne 

Un concepto básico para entender la organización animal es el de plan corporal o bauplan. Este es el conjunto de características morfológicas que distinguen a cada phylum. Así que a pesar de la aparente gran diferencia morfológica que hay entre una mosca y un cangrejo, ambos comparten el bauplan de los artrópodos: organización segmentada, con un par de apéndices en cada segmento; exoesqueleto (de quitina o mineralizado con carbonato de calcio); crecimiento a través de mudas o ecdisis. Notarán que algunas de estas características están presentes en otros phyla, por ejemplo los nemátodos crecen por ecdisis y los anélidos tienen segmentos. Lo único de cada phylum es la combinación de estos caracteres. 

La simetría juega un papel importante aquí. Tenemos la no-simetría (de Porifera y Placozoa); la  simetría radial (de Cnidaria y Ctenophora), ambas asociadas a modos de vida sésiles con sistemas nerviosos ausentes o poco desarrollados; y la simetría bilateral (casi que todos los demás phyla, que se agrupan en el clado Bilateria). Esta simetría está asociada a una locomoción activa en una dirección preferencial, lo que a su vez favorece la cefalización, o acumulación de células nerviosas en ganglios y protocerebros en la parte que se enfrenta primero a los estímulos: una región cefálica o cabeza.

La embriología, como siempre, también nos ayuda a entender la filogenia de Metazoa. Tenemos animales con una organización diploblástica con solo dos capas embrionarias, el endodermo y ectodermo, que no desarrollan musculatura verdadera (Porifera). Y triploblástica, con una capa en medio llamada mesodermo de la cual se desarrolla el tejido muscular, lo que les permite moverse con mayor destreza. Si seguimos el desarrollo embrionario, recordaremos que desde la blástula se forma una cavidad, y según lo que ocurra con esta y su relación con los órganos internos, tenemos acelomados, pseudocelomados, esquizocelomados y celomados (aquí estamos nosotros, y a nuestra cavidad celómica la hemos llamado peritoneo).

Por último, después de la gástrula se forma un orificio, el cual puede tener dos finales: convertirse en boca o en ano. Si se convierte en boca, decimos que la boca es primero y lo escribimos en vocablos griegos: Protostomados, como los artrópodos; si el orificio se convierte en ano y la boca es segunda, decimos que son deuterostomados, y aquí nosotros los cordados compartimos esta característica con los equinodermos. Por lo tanto, tú y yo, (y zaboomafoo junto a todos los deuterostomados) pasamos una etapa de nuestra existencia siendo nada más que una bola de células con ano.

Ya vimos que los animales vienen en todas las formas, colores y tamaños. Pero, ¿qué tan pequeño puede ser un animal? Por supuesto, pueden ser gigantes como la ballena azul, el animal más grande que ha existido jamás. O microscópicos, como los famosos tardígrados, o los no tan famosos rotíferos, de apenas unos pocos micrómetros. Estos animales, por supuesto tienen órganos y tejidos, sólo que sus células son más pequeñas. Pero también se puede ser pequeño de otro modo: teniendo muy pocas células. Este es el caso de los Placozoa, y Rhombozoa. Son animales muy curiosos ya que han llevado al extremo el significado de ser un animal. Más que al extremo, diría reductio ad absurdum. No tienen órganos, ni sistemas, tan solo son una masa casi amorfa de pocas células que de algún modo funcionan en conjunto. Siempre me han maravillado estos animales, y una de las primeras preguntas que me surgen al verlos es: ¿son un relicto evolutivo? ¿Es que así se veían y funcionaban los primeros animales o solo son una sobresimplificación del ser animal?

¿Quieres saber más?

Brusca, R.C. & Brusca, G. J. (2005), “Invertebrados”.

Alamo, M.A.F. & Rivas, G. eds. (2007), “Niveles de organización en animales“, UNAM.

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Autor

  • Juámas

    Soy biólogo, nacido en Ecuador pero egresado de la Facultad de Ciencias de la UNAM, en México y Oaxaca es mi lugar favorito del planeta Tierra.

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