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Cómo enfrentar la monótona cotidianeidad y no perder la esperanza en el intento

Escrito por Profesor Distopías
Publicado en junio 2, 2022
Categoría: Ciencia Ficción
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¿Cómo es que el futuro es descubierto? ¿Acaso también lo predijeron Los Simpson? ¿Tiene que ver con Mercurio retrógrado?

En este artículo abordaremos una lista de motivos por los cuales la ciencia ficción puede ser un asidero ante la triste realidad que habitamos. ¡La número 4 te sorprenderá!

Ya lo han dicho muchísimas personas, en distintos tiempos y espacios: Si acaso podemos salvarnos del aciago futuro que nos espera, el arte cumplirá una función importantísima para la supervivencia.

Parte de la historia de la humanidad se ha caracterizado por narraciones de viajes extraordinarios, aspecto que nos recuerda Isaac Asimov a la menor provocación. Los viajes, sin duda, provocan emociones. Ya sean migraciones naturales, culturales, o forzadas, los desplazamientos inciden directamente en nuestro sistema límbico, como medida de supervivencia. Cruzar fronteras, simbólicas, ecosistémicas, o planetarias, son hitos que dejan una marca cultural y se representan en las historias que contamos, en los relatos que intercambiamos, en los futuros que diseñamos. Y tal vez ahí radica la esperanza, en las historias que nos permitimos contar.

Carl Sagan reflexionaba al respecto, planteando categóricamente: “Necesitamos desesperadamente una exploración de futuros alternativos, tanto experimentales como conceptuales”. Para bien y para mal, la oferta contemporánea de streaming brinda muchísimas posibilidades de consumo de historias, narrativas y franquicias lavadas y vueltas a lavar, para satisfacer todos los gustos y visiones de mundos posibles. Pero, en este universo cada vez más complejo de la ciencia ficción, una pregunta sigue punzando: ¿Qué es la ciencia ficción? O más complicado aún: ¿Qué debe de tener la buena ciencia ficción?

Cierto es que casi es imposible dar una respuesta puntual a esa última pregunta, aunque una perspectiva funcionalista puede ayudar. De manera muy general, las artes tienden a reflejar el sentir de las sociedades en las que se producen. Comunican, a la vez que pueden establecer reglas simbólicas que eventualmente pueden llegar a institucionalizarse, volviéndose primero nociones cotidianas compartidas (como los memes). Si prevalecen en el tiempo, pueden llegar a reproducir ciertas conductas dentro de nuestros sistemas sociales.

Una parte significativa de las problemáticas que enfrentamos como especie en los tiempos que compartimos, han sido motivadas directa o indirectamente mediante narrativas, algunas de ellas aludiendo a lo divino, otras a la propia ciencia, justificando o motivando comportamientos sexistas, clasistas, xenófobos o ecocidas. No es gratuito que en el subgénero distópico de la ciencia ficción se hayan producido incontables narrativas en las últimas décadas. 

Por ello, a título muy personal, considero que una buena ciencia ficción debe de brindar un atisbo de esperanza. La rigurosidad científica, ciertamente es un extra bastante deseable, aunque no por ello obras más especulativas o de fantasía pierden su valor, en la medida en la que permitan la reflexión de quien especta. Para ejemplo de esto último, pienso en la película Otra Tierra (2011), de Mike Cahill, en donde un escenario que rompe totalmente las reglas de la física permite cuestionarnos sobre nuestras decisiones, el albedrío y los vínculos interpersonales.

También, debe de generarnos más preguntas que respuestas. Aún bajo los efectos de la suspensión de la incredulidad, permitirnos dirigir la atención hacia fenómenos, para preguntarnos sobre la veracidad o plausibilidad de aquello que la historia nos está describiendo. En el libro La parábola de los talentos (1998), de Octavia Butler, la autora plantea un futuro cercano, en la que un presidente ultranacionalista dirige a un país sumido en una profunda crisis de drogas, pobreza y ciudades propiedad de megacorporativos. Un regreso a la barbarie esclavista, bajo el lema “Make America great again”. No es broma. Ante ello, la protagonista busca resistir, fundando una comunidad de aprendizaje llamada Semilla Terrestre, cuyo objetivo es llevar a la humanidad a las estrellas.

Esto me lleva a cuestionarme, ¿qué historias nos llevaron a tomar la decisión de observar el mundo desde cierta óptica, aprender sobre el mismo y actuar? ¿Qué historias han impulsado a científicas y científicos, para construir conocimiento que permita tender puentes hacia mejores mundos? ¿Qué historias de resistencia necesitamos en este presente?

¿Quieres saber más?

Asimov, I. (1986). Sobre la ciencia ficción

Giddens, A. (2006). La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración.

Sagan, C. (1974) El cerebro de Broca.

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