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Desde que tengo uso de razón (y seguramente tú también), recuerdo que los comerciales en la televisión, sobre todo aquellos relacionados con comida o productos de belleza, mencionaban enfáticamente que sus productos estaban llenos de antioxidantes. Desde ese entonces hemos visualizado a estas moléculas como sanas y necesarias para gozar de una excelente salud, pero, ¿entendemos qué son estas moléculas “milagro”? ¿realmente nos van a agregar años de vida y quitar años de la cara?

Para comenzar a comprender el rol de los antioxidantes en nuestro cuerpo, tenemos que entender qué es aquello que “combate”: los radicales libres. Para describirlos mejor, usaré una analogía interesante que leí en Scientific American: estos son átomos o moléculas con un electrón desapareado, lo que los hace altamente reactivos, por lo que siempre están buscando a otros electrones; son como el amigo “malacopa” que llega borracho a la fiesta y empieza a romper todo. Los antioxidantes, por otra parte, son moléculas que pueden donar un electrón al radical libre, estabilizándolo, como el amigo paciente que lo convence de que no maneje a su casa, le trae agua y un balde para vomitar.  

Dentro del cuerpo, estos radicales libres pueden generar graves daños en nuestras proteínas, ácidos nucleicos y membranas celulares. Pero ¿de dónde vienen? Prácticamente de ¡todas partes!: desde las reacciones químicas que suceden en cada una de nuestras células, hasta de factores ambientales como el sol, el aire y la comida. Para ello, nuestro cuerpo produce un armamento de diversos antioxidantes capaz de neutralizar diferentes tipos de radicales libres. El problema aparece cuando la cantidad de radicales libres a los que estamos expuestos supera esta capacidad de neutralizarlos, generando el llamado estrés oxidante, fenómeno que se ha asociado al envejecimiento prematuro, desarrollo de cáncer, enfermedades cardíacas y neurodegenerativas, así como muchos otros problemas de salud. 

Debido a esto, durante los años ochenta y noventas los científicos se enfocaron en investigar los efectos de antioxidantes, principalmente de las vitaminas, para prevenir y tratar los problemas asociados al estrés oxidante. Desafortunadamente, no es tan fácil como parece. Se encontraron con que los resultados positivos que observaron en células en “tubos de ensayo” expuestas a antioxidantes individuales, tales como la vitamina C o E, no se mantenían en pruebas clínicas con humanos reales, y hasta a veces, obtenían efectos negativos sobre la salud, como aceleración del crecimiento de tumores. Además, análisis más recientes apuntan a que los suplementos de antioxidantes realmente no generan efectos positivos, sin embargo, estos efectos sí se ven en la salud de personas que consumen muchas frutas, verduras y legumbres, que son las fuentes naturales de antioxidantes. ¿Por qué? No se sabe a ciencia cierta, y aunque se tienen varias hipótesis, parecería que la más acertada es que nuestro cuerpo necesita una variedad enorme de antioxidantes para contender con la variedad enorme de radicales libres a los que nos exponemos todos los días, no solo un antioxidante individual en grandísimas cantidades. 

Así que la próxima vez que veamos un comercial, ahora probablemente no en la tele pero sí en redes sociales, que promocione fervientemente a su producto como el más rico en antioxidantes, la vamos a pensar dos veces antes de caer en la trampa. Lo mejor que podemos hacer es confiar en que tener una dieta rica en frutas, verduras y legumbres nos va aportar la cantidad y variedad suficiente como para vivir, tal vez no eternamente, pero sí con una mejor salud. 

¿Quieres saber más?

Antioxidant supplements: Too much of a kind a good thing

Bjelakovic, G., et al. (2012), “Antioxidant supplements for prevention of mortality in healthy participants and patients with various diseases“, Cochrane Database of Systematic Reviews, no. 3: CD007176.

Valls-Pedret, C., et al. (2012), “Polyphenol-Rich Foods in the Mediterranean Diet Are Associated with Better Cognitive Function in Elderly Subjects at High Cardiovascular Risk“, Journal of Alzheimer’s Disease, 29 (4): 773-782.

Le Gal, K., et al. (2015), “Antioxidants can increase melanoma metastasis in mice“, Science translational medicine, 7 (308): 308re8.

Antioxidants: In Depth

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