Casi todos hemos salido un día de invierno a descolgar la ropa que se ha lavado en el día y al tocarla nos hacemos esta pregunta: ¿está fría o mojada? Normalmente, frotamos la ropa con nuestros dedos, la acercamos a nuestras mejillas y, ante la duda, pedimos una segunda opinión a un acompañante confiable que nos ayude a tomar una decisión: ¿Lo sientes frío o mojado?
Los seres humanos tenemos en nuestra piel un sin número de receptores de distintos tipos que detectan el calor, el frío, la presión o textura y el dolor, pero no tenemos receptor alguno en nuestra piel que nos permita percibir la humedad, y nuestros primos primates tampoco los tienen. Somos un conjunto de especies que han desarrollado otros sentidos, como la vista. A pesar de esta falta, nuestro sistema nervioso puede reaccionar a los cambios de humedad del aire y puede detectar sensaciones como la sudoración. Entonces, ¿cómo sabemos que algo está húmedo o mojado?
En realidad, no podemos saberlo con certeza, pero podemos aproximarnos a una respuesta con ayuda del receptor de presión que nos informa sobre la textura del objeto y de los receptores de temperatura. Ambas señales llegan al cerebro, que interpreta su combinación y, además, la memoria corporal de nuestras experiencias pasadas contribuye a que el cerebro identifique lo húmedo. Por lo tanto, si un objeto tiene una textura diferente a cuando está seco, o si se siente parecido a un líquido y si también está frío, nuestro cerebro nos indica que probablemente esté mojado. Incluso el peso de la tela, en el caso de la ropa, nos puede brindar información al respecto. Asombrosamente, hay otros animales que sí tienen receptores de humedad.
Los insectos, por ejemplo, poseen receptores de humedad llamados sensilios, que se encuentran en las antenas o cercos y son extremadamente sensibles. Tienen apariencia de pelos y en la base se conectan con 2 o 4 neuronas sensoriales que pueden ir acompañadas de otros receptores diferentes como los sensibles a la temperatura y la presión, que también nosotros tenemos. Los sensilios son receptores complejos que están conectados a los nervios que transmiten señales al sistema nervioso del insecto, lo que les permite percibir los cambios de humedad ambiental. Por ejemplo, las cucarachas utilizan estos receptores para localizar agua, lo que es esencial para su supervivencia. En otros insectos, los sensilios pueden estar en diferentes partes de la antena, desde su base hasta el extremo. También pueden variar en forma y estructura según la clase de insecto.
Ejemplo de sensilio y de su estructura.
Además de su papel en la detección de humedad, se cree que los sensilios pueden ser sensibles a estímulos como sustancias químicas o feromonas, lo que puede ayudar a los insectos a comunicarse entre sí y detectar cambios en su entorno, como en los saltamontes y grillos. Las termitas requieren de la humedad en sus nidos para que se desarrollen correctamente sus larvas, por lo que detectar y controlar la cantidad de humedad es fundamental para la sobrevivencia de la colonia.
Estos ejemplos nos muestran que dentro del grupo de los insectos se ha desarrollado y mantenido este sentido sensorial que permite una exploración del ambiente como respuesta al agua, un recurso indispensable para su vida. Pero también existen otros grupos de animales que han desarrollado receptores de humedad:
-Los arácnidos poseen células receptoras de humedad, llamadas higroreceptor, ubicados en sus patas. Para estos animales la detección de la humedad parece ser indispensable.
-Los caracoles y babosas no tienen sensilios, pero tienen receptores de humedad en otras partes del cuerpo. La humedad de su piel es esencial para que puedan respirar y mantenerse con vida.
-Las salamandras tienen la capacidad de responder los cambios de humedad y temperatura a través de los receptores de su piel. Buscan refugio bajo tierra, en troncos muertos o en la hojarasca cuando detectan periodos secos.
-Las lombrices de tierra tienen una piel permeable y pueden detectar los cambios de humedad del suelo a partir de los receptores que tienen en todo el cuerpo. Esto les permite moverse de áreas secas a húmedas según sea necesario.
Esta breve revisión nos lleva a algunas conclusiones interesantes. No podemos imaginar cómo sería explorar e interactuar con el ambiente a través de estos receptores de humedad, sería como tener un sentido adicional. Podríamos saber con precisión cuando va a llover, cuando comienza una temporada de sequía o incluso el estado de maduración de algunas frutas de acuerdo con su contenido de agua. Además de que sería una habilidad muy útil en los días de lavado en invierno. También es asombroso considerar las diversas habilidades que tienen otros animales con los que compartimos el planeta. Parece que todavía hay mucho por investigar sobre las capacidades y sentidos de los otros organismos. Nunca se sabe que es lo que se podría descubrir.
Agradecimientos
Agradezco a Pteryx, Izzy y Batichica revisar el texto y realizar las correcciones oportunas.
¿Quieres saber más?
Nowińska, A. & Brożek, J. (2019), "Antennal sensory structures in water bugs of Nepoidea (Insecta: Hemiptera: Nepomorpha), their morphology and function", Zoomorphology, 138: 307–319.
Nowińska, A., et al. (2023), "The Leg Sensilla of Insects from Different Habitats—Comparison of Strictly Aquatic and Riparian Bugs (Corixidae, Ochteridae, Gelastocoridae: Nepomorpha: Insecta: Heteroptera)", Insects, 14 (5): 441.
Gaino, E. & Rebora, M. (1999), "Larval antennal sensilla in water-living insects", Microsc Res Tech, 47 (6): 440-457.
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