Las agencias nacionales y las empresas espaciales privadas, como la NASA y SpaceX, se han planteado como objetivo enviar humanos al espacio en misiones a largo plazo, y así colonizar la Luna y posteriormente Marte. Sin embargo, una cosa es aterrizar rovers en otro planeta o poner turistas en órbita. Otra es enviar humanos a vivir en el espacio durante largos períodos de tiempo.
A pesar de su riguroso entrenamiento, los astronautas siguen siendo humanos con necesidades. Entonces para que la exploración espacial y la colonización tengan éxito, debemos considerar las necesidades y los deseos humanos, superando los tabúes y brindando soluciones concretas y realistas basadas en la ciencia.
Partiendo de que el amor y el sexo son fundamentales para la vida humana, diversos investigadores que exploran la psicología de la sexualidad humana y estudian los aspectos psicosociales de los humanos en el espacio han planteado una serie de preguntas: ¿Pueden los humanos prosperar durante períodos prolongados de tiempo en pequeños grupos y en entornos cerrados y aislados? ¿Pueden los humanos lidiar con posibilidades limitadas de relaciones, intimidad y sexualidad? ¿Cómo tendrán sexo los humanos en el espacio? ¿Podemos propagar la especie más allá de la Tierra? ¿Cómo serán las relaciones íntimas a bordo de naves espaciales y asentamientos? Para encontrar respuesta a estas y otras preguntas, ellos proponen que los programas espaciales adopten una nueva disciplina: la sexología espacial, el estudio científico integral de la intimidad y la sexualidad en el espacio.
Es importante destacar que abordar los problemas sexuales de la vida humana en el espacio también podría ayudar a combatir el sexismo, la discriminación y el acoso sexual, que lamentablemente todavía están presentes en los programas espaciales, donde solamente el 11,5% de los astronautas son mujeres. Sin embargo, hasta la fecha la NASA y otras agencias espaciales han evitado por completo el tema del sexo en el espacio, insisten además en que ningún ser humano ha tenido relaciones sexuales en ninguna de sus instalaciones espaciales, a pesar de que en 1992 se lanzó el transbordador espacial Endeavour donde parte de la tripulación estaba conformada por un matrimonio. Mark Lee y Jan Davis, ambos astronautas, se conocieron durante sus entrenamientos y se casaron en secreto un año antes del despegue. Su vuelo al espacio fue prácticamente su luna de miel, y solo se les permitió volar juntos porque cuando se descubrió su matrimonio, ya era demasiado tarde para entrenar reemplazos para la misión.
Por otro lado, los pocos estudios que se relacionan con este tema se centran principalmente en los impactos de la radiación y la microgravedad en la reproducción animal (roedores, anfibios e insectos). La poca información disponible indica que estar en el espacio conlleva una reducción de la libido, al menos al principio. Eso se debe a que la microgravedad, la ingravidez que experimentan los astronautas en el espacio, provoca cambios hormonales, como la disminución de estrógeno. Los niveles bajos de estrógeno se han relacionado con una disminución del deseo sexual. Pero la sexualidad humana es algo más que la reproducción, Incluye complejas dinámicas psicológicas, emocionales y relacionales. De está manera la abstinencia no es una opción viable. Por el contrario, facilitar la masturbación o el sexo en pareja podría ayudar a los astronautas a relajarse, dormir más plácidamente y aliviar el dolor. También podría ayudarlos a construir y mantener relaciones románticas o sexuales y adaptarse a la vida espacial.
Para avanzar, las organizaciones espaciales deben dejar de evitar los temas sexuales y reconocer plenamente la importancia del amor, el sexo y las relaciones íntimas en la vida humana. Limitar la intimidad en el espacio podría poner en peligro la salud mental y sexual de los astronautas, junto con el desempeño de la tripulación y el éxito de la misión. Al permitir el erotismo espacial podría ayudar a los humanos a adaptarse a la vida espacial y mejorar el bienestar de los futuros habitantes del espacio, ya que después de todo, el espacio sigue siendo un entorno hostil.
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Ronca, A.E., et al. (2014), “Effects of sex and gender on adaptations to space: reproductive health”, Journal of women’s health, 23(11), pp.967-974. DOI: doi.org/10.1089/jwh.2014.4915
Mark, S., et al. (2014), “The impact of sex and gender on adaptation to space: executive summary”, Journal of women’s health, 23(11), pp.941-947. DOI: doi.org/10.1089/jwh.2014.4914
Me llamo Hailleen y soy la Física del grupo. Nací en Mérida – Venezuela y me formé en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes. Soy la segunda Física en mi familia, mi hermana mayor también lo es. Desde que era niña me han gustado mucho las matemáticas, el espacio, los animales (principalmente los perritos y los gatitos) y leer. En mi trabajo de grado de la Licenciatura estudié la Corona Solar y el campo magnético del Sol. ¿Sabían que el Sol tiene plumas?.
Desde hace un par de años vivo en Brasil, donde hice una Maestría en Física Teórica y ahora estoy culminando mi Doctorado, también en Física Teórica. Mi trabajo de investigación está orientado en estudiar estrellas de Neutrones, las cuales son estrellas súper masivas que se forman luego de la explosión de una supernova, presentan campos magnéticos muy intensos y son difíciles de detectar. En mi tiempo libre me dedico a hacer postres, a leer y a jugar con mis gatos.