En un artículo anterior, Homínidos espaciales, reflexionaba sobre las implicaciones de dirigir nuestra mirada a las estrellas y preguntarnos sobre la posibilidad de alcanzarlas. Los retos que han surgido en las aproximaciones sucesivas que como especie hemos tenido a los astros y al espacio exterior. Y, entre otras cosas, han surgido interrogantes sobre los límites de nuestras capacidades adaptativas.
No es posible viajar en el espacio sin desplazarnos también en el tiempo. Además, el tiempo mismo nos permite poner atención a un fenómeno que necesitamos entender plenamente si queremos llegar a ser Homo cosmos: nuestra propia conducta. Nuestra conducta sólo tiene sentido a partir de referentes temporales y contextuales que nos permitan entender la función de una respuesta determinada, vaya, lo que el organismo busca obtener o evitar. Si registramos lo que una persona hace en un espacio durante cierto lapso, encontraremos patrones, conductas que se repiten más que otras, que aparecen con cierta frecuencia. A ese patrón es a lo que comúnmente llamamos personalidad.
Hablar sobre la adaptación de un organismo a su entorno es también hablar de aprendizaje. La capacidad que tiene para modificar su conducta de forma más o menos sostenida a lo largo del tiempo. Un aspecto importantísimo si queremos viajar a otros planetas. Ante el aislamiento por periodos prolongados, resulta de utilidad tener el mayor control posible de nuestra conducta. Para estudiar la respuesta humana en contextos aislados, existen hábitats como el LunAres Research Station, en Polonia, donde se realizan investigaciones que permiten tener mayor conocimiento y preparación en miras de futuras misiones espaciales… o escenarios distópicos en un futuro posible.
En este sitio son puestas a prueba nuevas tecnologías que facilitan la alimentación, la gestión de desechos y la propia sustentabilidad de un hábitat hermético que permita los viajes espaciales. Para esto, es necesario simular con la mayor fidelidad posible los escenarios ambientales en los que una tripulación realizaría diversas actividades. Espacios habitables con diversos módulos para el descanso y funciones fisiológicas, laboratorios de distintas índoles, así como otras áreas comunes y de trabajo, como una bodega y gimnasio. También se simulan los exteriores que se podrían encontrar en otros planetas, pues este es un espacio experimental que busca preparar a las misiones a nuestro próximo objetivo cósmico como humanidad: Marte.
Para estudiar el comportamiento es de especial utilidad una metodología llamada análisis funcional de la conducta, apoyada de lo más avanzado en telemetría, para registrar la mayor cantidad de datos fisiológicos y conductuales que permitan el estudio de la conducta con rigurosidad, esencial para el reconocimiento del carácter científico de la psicología basada en evidencia. Mediante la observación sistemática y atenta, además del control experimental de algunas variables que puedan influir en la conducta de una persona, podemos construir nuevos modelos teóricos situados, así como el desarrollo de nuevas tecnologías conductuales, para enfrentar los diversos futuros que logremos construir como humanidad. El análisis funcional no es una metodología exclusiva de la psicología, sino que permite la convergencia transdisciplinar de otros campos del conocimiento. Y es que, hacer ciencia nos permite viajar en el tiempo, dialogando con otras voces, escuchando a otros saberes.
Pero para salvar a la humanidad de los posibles colapsos que nos acechan, no solo necesitaremos de la ciencia, sino también del arte. Esto supone otras problemáticas: ¿La disciplina requerida para la exploración espacial nos permitirá hacer arte? ¿Cuál es la función del arte al construir una sociedad? Estas serán cuestiones a desarrollar en el próximo artículo, aquí, en La Biozona. No te vayas.
¿Quieres saber más?
Ribes Iñesta, E. (2016), El análisis de la conducta: ¿Cruza de especies o ejemplar transdisciplinario?, Acta Comportamentalia: Revista Latina de Análisis del Comportamiento, vol. 24, no. 2, pp.221-243.
Castillo, N. (2021), Cómo reacciona el cuerpo humano al aislamiento extremo. Un joven mexicano en una misión análoga, Ciencia UNAM-DGDC.
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