La estrella de Belén y la astronomía

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Desde siempre hemos visto en las tarjetas de navidad y en las representaciones del nacimiento de Jesús una estrella muy brillante y resplandeciente, la cual supuestamente guió a un grupo de magos hasta donde se encontraba el recién nacido. Esta estrella conocida como “la Estrella de Belén”, o la estrella de Navidad, ha despertado el interés de los astrónomos quienes a lo largo de los siglos han especulado sobre su naturaleza y su existencia, pero ¿quiénes eran los magos y cuál fue la estrella navideña que los persuadió de viajar cientos de kilómetros a través del desierto? ¿Fue en realidad una estrella? ¿Tenemos referencias en la historia sobre su existencia? El único lugar donde se hace referencia a este evento astronómico es en el evangelio según Mateo 2:1-2: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”. Sin embargo, en este pasaje bíblico solo se habla de los magos que siguieron una estrella para rendir homenaje al nuevo rey que había sido anunciado en las profecías.

Los académicos han discutido las causas de este evento al menos desde el siglo XIII. Quizás fue una supernova, un cometa, una llamarada solar o una conjunción planetaria. O tal vez nunca sucedió, pero consideremos la idea de que fue un evento astronómico real. ¿Cuáles son algunas explicaciones respaldadas por la ciencia que podrían explicar la Estrella de Belén? A pesar de que los registros son pocos, la historia nos da algunas pistas valiosas. Desde el año 221 a.C., los astrónomos chinos llevaron un registro de todo lo que perturbaba inesperadamente la tranquilidad del cielo nocturno, desde cometas conocidos como “estrellas escobas” hasta novas y supernovas, conocidas como “estrellas invitadas”. Sin embargo, los chinos no registraron ninguna estrella invitada en la época en que nació Jesús. Las supernovas se han presenciado y registrado constantemente desde hace miles de años. Entonces, si hubiera sucedido una, es probable que otras culturas la hubieran observado. E incluso si de alguna manera escapó del registro histórico escrito, los astrónomos han observado restos de muchas otras supernovas antiguas. Los telescopios modernos no han encontrado ninguna evidencia de un remanente de supernova que se sincronice con la aparición de la Estrella de Belén. De hecho, la única supernova que fue visible desde la Tierra ocurrió en el año 185 d.C. y fue registrada por astrónomos chinos.

Por otro lado, la Estrella de Belén no podría haber sido un meteoro, un trozo de roca espacial que arde brillantemente en la atmósfera de la Tierra, que habría aparecido y desvanecido en un instante. Es imposible que los magos hayan rastreado un meteoro durante semanas. Algunos astrónomos interesados en el tema también sugirieron que la Estrella de Belén era un cometa que pasaba cerca de la Tierra. Estos cuerpos helados provenientes del Sistema Solar distante a menudo brillan con bastante intensidad cuando se aventuran en el interior de nuestro sistema y son calentados por el Sol. También son conocidos por permanecer visiblemente en el cielo durante semanas o meses seguidos. Y al igual que las supernovas, también tenemos registros históricos de otras culturas con respecto a los cometas. Los chinos registraron una estrella escoba que cruzó el cielo en el año 12 a.C., la cual resultó ser el cometa Halley, y posteriormente se concluyó que esta estrella apareció demasiado pronto para ser la Estrella de Belén.

Representación más famosa de la Estrella de Belén, inspirada en el paso del cometa Halley en el año de 1301. Pintura de Giotto di Bondone.

Es importante destacar que las personas en el mundo antiguo normalmente veían a los cometas como símbolos de un mal presagio, de cosas malas que estaban por suceder. Entonces, si un cometa repentinamente comenzó a brillar intensamente en el cielo nocturno, es difícil imaginar que tres magos lo interpretarían como una señal de que su salvador finalmente había nacido. Por otro lado, a lo largo de los años se ha dicho que los visitantes eran magos, cuando la verdadera traducción es «hombres sabios», lo que nos da una pista de lo que podría haber desencadenado su gran viaje. Esta es una traducción moderna de la palabra griega «magos», que también nos da nuestras palabras «magia» y «mago». Así los magos eran en realidad astrólogos.

Los antiguos astrólogos no estaban interesados en la explosión de estrellas o cometas, sino que miraban el movimiento de los planetas. En el 7 a. C., los planetas Júpiter y Saturno interpretaron un tango muy inusual, muy parecido al que vimos en diciembre de 2020 y fue conocido como la Gran Conjunción de Júpiter y Saturno. Recordemos que una conjunción planetaria ocurre cuando dos planetas se acercan entre sí en el cielo nocturno. Sin embargo, los dos objetos no están realmente cerca el uno del otro, solo se ven de esa manera desde nuestro punto de vista aquí en la Tierra. Tres veces en el año 7 a. C se acercaron y luego se separaron nuevamente en la constelación de Piscis: el 27 de mayo, el 6 de octubre y el 1 de diciembre. Si Júpiter y Saturno tuvieran tres conjunciones cercanas en un período de tiempo relativamente breve, es fácil imaginar que los astrónomos antiguos, en realidad, los astrólogos, habrían tomado nota. Y probablemente también le hubieran atribuido algún significado al evento.

La idea de que una conjunción entre planetas brillantes podría explicar la Estrella de Belén no es nueva. Una nota en los Anales de la Abadía de Worcester de 1285 d.C., donde se señala una alineación de Júpiter y Saturno que ocurrió en el momento del nacimiento de Jesús. Y el propio Johannes Kepler abordó la idea en el siglo XVII, basándose en una conjunción de Júpiter, Saturno y Marte que observó en 1604, cuando una estrella brillante, una supernova, apareció repentinamente cerca de ellos. Hoy conocemos a Kepler por su innovador trabajo sobre las órbitas de los planetas y sus tres leyes del movimiento planetario publicadas en 1609 y 1619, pero también fue un consumado astrólogo. Fue esto, junto con sus propias creencias cristianas, lo que lo llevó a su fascinación por la verdadera identidad de la Estrella de Belén. La verdad es que ninguno de estos eventos coincide perfectamente con la descripción de cómo se desarrollaron las cosas en el libro de Mateo. El contexto también está fuera de lugar. Los antiguos conocían bien los objetos celestes observables, por lo que sería extraño llamar «estrella» a una conjunción de múltiples planetas. Al final, es probable que nunca sepamos qué inspiró realmente la historia bíblica de la Estrella de Belén.

¿Quieres saber más?

https://astronomy.com/news/2020/12/the-star-of-bethlehem-can-science-explain-what-it-really-was

https://www.skyatnightmagazine.com/space-science/what-was-the-star-of-bethlehem/

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