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Hace poco les contaba que los ácaros están en todas partes: espacial, temporal y geográficamente. Los podemos encontrar desde los poros en la piel de la cara de un humano (como la familia Demodicidae) hasta los pulmones de una foca (como los de la familia Halarachnidae). Sin embargo, los ácaros son esas criaturas que en los términos de una persona dedicada a la biogeografía diría “¿Cómo rayos llegaron ahí?”. Estos pequeños organismos han colonizado prácticamente todos los rincones del planeta, desde las frías montañas hasta los imponentes océanos. Porque efectivamente, también existen ácaros acuáticos. 

Los ácaros acuáticos poseen una riqueza de especies menor en comparación con sus compañeros terrestres, pero su diversidad en tamaños, formas y hábitats es igual de interesante y sorprendente. Podemos hablar de dos hábitats principales: los ácaros que viven en ambientes marinos, y aquellos que se encuentran en aguas epicontinentales (la mal llamada “agua dulce”). Estos últimos son los que tienen formas y colores hipnotizantes y se caracterizan por tener sedas (estructuras similares a un pelo) en las patas, las cuales están modificadas al agruparse y tomar la forma de aletas, las cuales les ayudan a remar en los ríos, arroyos, pozas y charcas (ver Figura 1).

Figura 1. Ácaro acuático del género Arrenurus. Se pueden apreciar las sedas largas en las patas que le facilitan al ácaro el poder nadar en el cuerpo de agua. Fotografía cortesía de Lucia Montes Ortiz.

Los adultos viven en la columna de agua cazando algunas larvas de insectos como los mosquitos, pero las formas juveniles (larvas) son parásitas de insectos acuáticos como libélulas o caballitos del diablo. Incluso, se ha documentado el parasitismo en otros grupos de organismos acuáticos como las pulgas de agua (ver Figura 2). Las larvas se alimentarán de la “sangre” de estos animales, conocida correctamente como hemolinfa, para poder obtener energía suficiente y así madurar, mudar de piel y convertirse en adultos. En resumen: los adultos son sirenas y las larvas son sirenas-vampiros. Es importante mencionar que no todos los adultos son sirenas que nadan libremente; hay algunos ácaros acuáticos que viven nadando en la corriente y otros cuyo nado no es muy bueno pero viven cercanos a las rocas y musgos para no ser arrastrados.

Figura 2. Larva de ácaro acuático parasitando una pulga de agua. Fotografía cortesía de Lucia Montes Ortiz. 

Mientras que, en el caso de los ácaros marinos, hasta el momento sólo se han encontrado sirenas. A diferencia de sus primos continentales, los ácaros marinos son más pequeños, menos llamativos y más silenciosos. Se pueden encontrar agarrándose de algas o de otros organismos como erizos para transportarse en el vasto mar ya que, a diferencia de su contraparte epicontinental, no poseen las sedas especializadas para el nado (ver Figura 3). Algunos otros viven entre las rocas del litoral, luchando contra el rompimiento de las olas. La gran familia Halacaridae es la que domina en los mares, aunque una porción de su linaje se ha extendido hasta las aguas continentales. Algunas especies de esta familia han llegado a cuerpos de agua, naturales o artificiales, probablemente siendo transportadas en las algas, musgos y vegetación que se le pegan a las patas de las aves que se acercan al agua. Recientemente se encontraron individuos de esta familia en la Cantera Oriente, cuerpo de agua artificial que se encuentra al sur de la Ciudad de México, dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estos individuos fueron encontrados agarrados a rocas llenas de vegetación. Y aunque ese cuerpo de agua existe desde 1970, fue hasta la década de los 2010’s cuando se registraron estos ácaros por primera vez. Esto es un reflejo claro que los ácaros están por todas partes, pero las personas entusiasmadas en estudiarlos no lo están. 

Existen otros ácaros que no son necesariamente acuáticos pero que pasan la mayor parte de su vida en ambientes cercanos al agua. Por ejemplo, la familia Nanorchestidae puede ser encontrada entre la arena del mar, justo donde rompen las olas. Sin embargo, estos ácaros no pasan toda su vida sumergidos, sólo por algunos momentos y por ello no son considerados como verdaderos ácaros acuáticos.

Figura 3. Ácaro del género Porolohmanella (familia Halacaridae) encontrado en la Cantera Oriente, Ciudad de México. A diferencia de otros ácaros acuáticos, estos organismos no presentan sedas que le faciliten el nado. Fotografía: Margarita Ojeda.

Retomando la pregunta inicial, es interesante preguntarse cómo siendo organismos tan pequeños han logrado alcanzar lugares tan lejanos. Los estudios con datos moleculares como el ADN nos han podido dar un poco de luz para la respuesta. Parece ser que estos ácaros son tan antiguos que ya se les podía encontrar cuando los continentes estaban unidos en una sola masa de tierra llamada Pangea. Y si bien, el movimiento de las placas tectónicas puede explicar la distribución de las sirenas-vampiros en las aguas continentales, las sirenas marinas siguen siendo un gran misterio. Su distribución en los mares es discontinua y no sabemos si es porque así ha ocurrido a lo largo de la historia de la Tierra o debido a que no hay muchas personas que las están estudiando en estos momentos.

Quizá hoy en día la gente ya no se sube a los buques para cazar sirenas, mitad humana y mitad pez; pero deberían enfocarse en encontrar sirenas microscópicas, que son igual de misteriosas en el vasto océano. Y al igual que las criaturas mitológicas, ojalá que su canto atraiga a estudiantes que se aventuren a ir a buscarlas y estudiarlas. 

¿Quieres saber más?

Goldschmidt, T. & Ramírez Sánchez, M. (2020), “Introduction and keys to Neotropical water mites (Acari, Hydrachnidia)“, Spixiana, 43 (2): 203-303.

Montes-Ortiz, L. & Elías-Gutiérrez, M. (2020), “Water mite diversity (Acariformes: Prostigmata: Parasitengonina: Hydrachnidiae) from karst ecosystems in Southern of Mexico: A Barcoding Approach“, Diversity, 12 (9): 329.

Ojeda, M. & Herrera-Mares, A. (2022), “New findings of freshwater Halacarid mites (Acari: Halacaridae) in Mexico“, Entomological News, 4: ec04009.

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