¡Aguas! con tu salud

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Para empezar con nuestra lectura, primero debemos preguntarnos: ¿Qué es el agua? ¿Qué es este líquido vital que día a día consumimos?

El agua es un recurso muy preciado para que exista vida en nuestro planeta, satisface nuestras necesidades como humanos, necesidades en torno a la salud, la producción de alimentos, el desarrollo industrial y el mantenimiento de los ecosistemas a nivel regional y mundial.

Como humanos, debemos garantizar nuestra hidratación mediante los alimentos y demás líquidos que ingerimos, teniendo en cuenta la calidad y la cantidad de estos. El consumo adecuado de agua nos permite prevenir los efectos negativos de la deshidratación que afectan nuestras funciones y metabolismo. 

Habitualmente, los líquidos proporcionan entre 2,2 y 3 litros por día a personas de entre 19 y 30 años. En promedio, el agua total ingerida se obtiene aproximadamente en un 20% de los alimentos y el 80% restante de diferentes líquidos. 

Existen circunstancias que aumentan la demanda de líquidos en el organismo. En adultos, una deshidratación del 2,8% del peso corporal puede ser producida por el aumento de la temperatura ambiental o por realizar actividades físicas fuertes; sin embargo, los factores como el estrés, la fiebre, la deshidratación por el vómito, la diarrea, la diabetes descompensada, quemaduras, etc., también conllevan a que una persona se deshidrate.

La deshidratación provoca disminución de la concentración, del rendimiento físico, de la memoria a corto plazo, dolores de cabeza y reducción del tiempo de respuesta, haciendo que la persona se sienta más cansada, sin fuerza y con una sensación de lentitud. Así mismo, la deshidratación hace más difícil mantener una presión arterial sana y podría aumentar la frecuencia cardiaca proporcionalmente a la magnitud de la deficiencia de agua.  

El cuerpo es tan impresionante que tiene su propia “alerta” de deshidratación, la sed, la cual es un mecanismo fisiológico que produce una sensación de sequedad en la boca y en la faringe, así como el deseo de beber agua u otros líquidos. Este mecanismo se activa por una deficiencia de agua y permite que las personas recuperen sus pérdidas de fluidos durante cortos períodos de tiempo.

Es por estas razones que debemos priorizar el consumo de agua en la cotidianidad de nuestros días, procurando tener un consumo adecuado de líquidos y alimentos que nos permitan mantener la energía necesaria para realizar nuestras actividades habituales.

¿Quieres saber más?

Orduz, J. (2008), “Agua-Nutrición clínica y dietética hospitalaria“, Accelerating the world’s research, 28 (2): 4-8.

Córdoba, M. A., et al. (2010), “Agua y salud humana“, Química Viva, 9 (3): 105-119.

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