En febrero de 2021, en medio de la pandemia de COVID-19, los habitantes de Texas, Estados Unidos, enfrentaron una crisis inesperada: una poderosa tormenta invernal. Aunque no era la primera nevada de su historia, en aquella ocasión las temperaturas disminuyeron más allá de lo habitual, afectando áreas que normalmente tienen un clima cálido y seco.
Las consecuencias de esta tormenta se volvieron sorprendentemente graves, ya que gran parte de la infraestructura del estado no estaba preparada para semejante evento. Por ejemplo, las tuberías de agua, gas natural y combustibles se congelaron, afectando a millones de hogares y perturbando el funcionamiento de las plantas generadoras de energía (Figura 1). La falta de electricidad para los sistemas de calefacción empeoró la situación en las viviendas que no contaban con un buen aislamiento, llevando a muchas personas a recurrir a velas y fogatas para sobrellevar las bajas temperaturas. Como consecuencia, los incendios también aumentaron durante esos días. Simultáneamente, la crisis se propagó, causando apagones en al menos 12 estados mexicanos que importan energía de Texas. Así, una tormenta inesperada desencadenó una serie de complejas consecuencias con un alcance que habría sido imposible de prever antes de que ocurrieran.
Figura 1. Una fuente congelada en Houston, Texas, durante las nevadas de febrero de 2021. La congelación de las tuberías de agua provocó que dejaran de funcionar los sistemas de calefacción en los hogares y también las plantas de producción de energía. Fuente: National Weather Service.
Esta situación ejemplifica la dificultad de anticipar todas los efectos de los cambios en el clima. Y es que el clima es un fenómeno intrincado, con muchísimas variables relacionadas entre ellas. A pesar de los esfuerzos por predecirlo utilizando avanzados equipos de cómputo y herramientas matemáticas, los pronósticos meteorológicos a menudo fallan. Este problema está relacionado con las predicciones de la teoría de la complejidad, una ciencia que tuvo parte de su origen en el estudio de la meteorología. Esta teoría afirma que ciertos fenómenos son altamente sensibles a cambios mínimos en sus condiciones iniciales, lo que los vuelve impredecibles en poco tiempo. Una metáfora asociada con esta teoría es la del “efecto mariposa”: el aleteo de una mariposa en Japón puede desencadenar un tornado en Texas. En el caso que nos ocupa, podríamos decir que un aumento en la temperatura del océano puede llevar a nevadas en Texas.
Pero, ¿cómo se relacionan estos dos fenómenos? Para comprenderlo, es necesario tener en cuenta las características del Polo Norte (Figura 2). En esta región, hay una corriente de aire frío conocida como vórtice polar que circula en sentido contrario a las manecillas del reloj, impulsada por la rotación de la Tierra. Normalmente, este vórtice rodea completamente el polo, manteniendo el aire frío atrapado y enfriándose cada vez más. Sin embargo, la circulación de esta corriente no es uniforme, ya que sigue los contornos de las costas del norte de Asia, América y Europa. También influyen las fronteras con los océanos Atlántico y Pacífico. Por lo tanto, los cambios que ocurren en el océano tienen un efecto importante sobre la forma del vórtice polar.
Figura 2. Izquierda: La corriente de aire del vórtice polar rodea el polo norte y mantiene el aire frío atrapado en su interior, cómo un refrigerador con la puerta cerrada. Derecha: En ocasiones, el aire caliente del océano Atlántico empuja el vórtice polar hacia el norte, deformándolo y debilitándolo. Entonces, el aire polar se desplaza hacia el sur sobre Norteamérica. Este patrón ocurre cada vez con mayor frecuencia y con mayor intensidad. Fuente: Elaborado por Pteryx.
A principios de 2021, un aumento en la temperatura del océano Atlántico provocó el desplazamiento de una gran masa de agua cálida hacia el norte. Al llegar a la región cercana al Polo Norte, esta masa de agua empujó la corriente del vórtice polar hacia latitudes más altas de lo habitual. Sin embargo, cada acción tiene una reacción opuesta. Esto significó que la corriente circumpolar se desplazó hacia el sur, afectando el continente americano. En consecuencia, una cantidad significativa de aire frío proveniente del Ártico se desplazó hacia el sur, sobre Canadá y Estados Unidos, hasta alcanzar el estado sureño de Texas, y provocando las consecuencias antes mencionadas.
Si bien la descripción anterior es una versión simplificada de cómo funciona el clima, nos resulta útil para ilustrar lo que podría suceder en los próximos años debido al cambio climático. Aunque es difícil determinar si un fenómeno particular es una consecuencia directa de este cambio o parte de la variabilidad natural del clima, está claro que a medida que aumenta la temperatura global promedio, se vuelven más frecuentes los fenómenos inusuales. Como muestra, en diciembre de 2022, una nueva tormenta invernal causó caos y temperaturas extremas en Canadá y la costa este de Estados Unidos, llegando incluso a Florida (Figura 3). Las consecuencias fueron similares a las del año anterior, y los medios de comunicación y las redes sociales compartieron imágenes de paisajes urbanos completamente congelados.
Figura 3. En diciembre de 2022 una nueva modificación del vórtice polar causó una tormenta invernal con disminuciones de varias decenas de grados en la temperatura. Buffalo, Nueva York. Fuente: GettyImages.
En la actualidad, nos encontramos cerca de cruzar un punto sin retorno en el que el calentamiento global continuará en aumento a menos que tomemos medidas para revertirlo. Aunque todas las naciones del mundo iniciarán acciones en este momento, llevará años ver mejoras significativas. Pero tampoco tenemos otras opciones. Si no logramos revertir el cambio climático, tendremos que lidiar con sus consecuencias impredecibles, aún cuando puedan ser tan extrañas como una nevada en el sur de Texas.
Agradecimientos
Quiero agradecer a Lili la bióloga y Macairodonte por tomarse el tiempo de leer y revisar el texto, sus observaciones enriquecieron mucho al escrito.
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